El lanzamiento de “Quimera”, el nuevo disco de María Becerra, marca una nueva etapa de la cantante junto a su productor. Un álbum de 17 canciones que combina pop, cumbia, afrobeat y dancehall. El proyecto llega tras una seguidilla de adelantos como “Corazón Vacío”, “Ramen Para Dos”, “7 Vidas” y “Jojo” donde todo desemboca en los shows del 11 y 12 de diciembre en River.
Detrás del nuevo lanzamiento aparece una figura clave: XROSS, productor principal, compositor, multiinstrumentista y la influencia más fuerte del sonido de Becerra. Su visión, su oído y su manera de trabajar sostienen la columna vertebral de “Quimera”. Con más de 4,5 millones de oyentes mensuales, trabajos con artistas como Yatra, Londra, TINI, Alborán y Yandel, premios Gardel y nominaciones al Latin GRAMMY, XROSS consolidó un sello propio que se siente en cada capa del disco.
El productor no solo participa desde lo técnico, sino también desde lo narrativo del proyecto. Su aporte define el color del álbum con una visión propia que empieza a construir el mapa más personal de XROSS, sostenido por declaraciones. “No soy un productor que muestra beats y dice ‘móntate ahí’. Me gusta trabajar de otra manera. Cuando conectamos fue por la obsesión que tenemos los dos con los vocals, con las voces”, afirma.
La búsqueda vocal atraviesa toda su obra. Para él, grabar es un acto minucioso: “Grabamos con muchísimo detalle para elegir buenas frases. Conozco cómo reacciona el cuerpo humano cantando y eso es fundamental para que cada toma quede bien”. En ese espacio técnico aparece su sensibilidad particular: “Me interesa trabajar armonías, texturas y cuestiones técnicas que en nuestro mundo hacen match de forma natural”. Y siempre se abre la puerta al otro: “Cuando la otra persona percibe el amor que tengo por los vocals, se libera. Ahí empieza de verdad el trabajo”.
Según sus palabras, “Si hacemos algo en otro idioma, tenemos que sumergirnos en esa cultura, entender qué se dice, qué escritores hay, meternos de lleno y comprenderlo, aunque sea para escribir una sola canción”. Por eso también sostiene: “No queremos que nadie sienta que hicimos algo mal. Queremos que todo esté correcto, bien pronunciado, bien interpretado, respetando la cultura”.
Su proceso también tiene sus partes divertidas. “Lo divertido son los bloopers, cómo hay que pronunciar y poner la boca. Nos reímos en cada toma”.
XROSS también define su identidad desde un punto cultural profundo. “Mi nombre reivindica la lucha de las comunidades afrolatinas. La X la tomo de Malcolm X, uno de mis héroes. La X significa rechazar el apellido del comprador del esclavo”. Su origen marca su obra: “Soy un ecuatoriano que viene de Guayaquil. Es importante que la gente pueda disfrutar de todo eso que llevo conmigo desde chico”.
Esa formación se moldeó con influencias argentinas: “Desde muy chico me endulzaron los oídos las voces de Charly, Cerati, Fito y Spinetta. Esa música me abrió un mundo”. Intentó bandas, buscó su identidad y algo lo empujaba hacia un camino más preciso: “Sentía que todo podía sonar mejor y tenía que corregir el ritmo de los instrumentos”. La revelación llegó escuchando a Pharrell: “Ahí entendí qué quería hacer”.
Su trayecto no fue fácil: “Mi camino estuvo complicado porque en mi país el arte es un ámbito muy difícil… tuve que pasar muchas barreras”. Pero cada golpe construyó una ética: “Todo eso forjó mi espíritu, mi carácter y la idea de que cada cosa tiene que salir al detalle”.
Argentina terminó siendo su escuela definitiva: “Sentí que me quedé corto en la educación que buscaba y por eso decidí venir. Tenía que perfeccionarme”. Y acá recibió la frase que lo marcó: “La producción no se estudia, viene de nacimiento. Ya lo tenés, pero tenés que perfeccionarlo”.
