Esta vez, el Club FiPA, en el corazón de José Hernández, fue víctima de un violento saqueo que dejó sin nada a una institucióon que sostiene a decenas de chicos en la zona. Con puertas forzadas, ventanas rotas y todo el esfuerzo de años convertido en despojo, la comunidad del barrio pide ayuda desesperadamente para no apagar uno de los pocos refugios que tienen sus niños y niñas.
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"Qué tristeza, somos un club para pibes y pibas que no pueden ir a pagar en otros lados... Nos costó muchísimo", "si fuéramos otro club, en esta situación nos donarían muchísimas cosas, pero no, somos Fipa y a nosotros nadie nos ayuda porque no somos conocidos", y agregó "alguien se acuerde de la clase social más baja. Y cuando digo "alguien" hablo de los de arriba, de los que tienen plata y le donan a los que más tienen", lamentó Carla Maturana, vecina y referente del club, en redes sociales.
Entre los elementos robados se llevaron un freezer de 110 litros, una desmalezadora nueva, una garrafa, pelotas y materiales de entrenamiento. No fue solo un robo: fue un golpe directo a los sueños y al trabajo solidario de un club que nunca cobró cuotas, que se mantuvo a pulmón porque sus chicos no podían pagar otra opción, en esta época donde pareciera que la vida es para quien pueda pagarla solamente.
La indignación y la tristeza se mezclan en cada palabra de quienes sostienen Fipa día a día. “Somos un club de barrio, de los olvidados. No tenemos sponsors, ni subsidios municipales ni provinciales. Todo lo que ves lo pusimos nosotros, con amor y sacrificio. Hoy, nos sentimos completamente solos”, expresó José Maturana, otro de los vecinos afectados.
Pero el drama va mucho más allá de un robo: evidencia una realidad alarmante. Jóvenes sin oportunidades que caen en la droga y en la delincuencia, y que van hasta por lo poquito que tiene un club humilde de barrio, mientras un Estado ausente sigue mirando para otro lado, y la política gira envuelta en internas que no le interesan a nadie. "Ellos solos no son los culpables, también lo son aquellos que compran las cosas robadas, esos también deberían pagar en la justicia, tengo mucha bronca y no quiero escribir todo lo que pienso porque me pondría a la altura de los delincuentes que nos robaron, sabemos que Dios nos ayudará", dijo José Maturana con los ojos llenos de lágrima por el dolor y la impotencia.
Fipa nació hace casi ocho años para darles contención a esos chicos que la picadora de carne llamada "sistema" expulsa constantemente. Hoy necesita pelotas, materiales básicos para poder seguir funcionando, para no dejar a esos mismos pibes aún más solos. La violencia avanza, la indiferencia también. Mientras tanto, en José Hernández, los vecinos se organizan como pueden para que el club siga de pie.
Quienes deseen colaborar pueden comunicarse con José María al 2216211518 o con Carla al 2215937651.
Porque cuando el Estado se borra, la solidaridad es la única red que queda.
