Una fecha histórica nos espera en enero con la llegada de una de las mejores bandas y pioneras del death metal progresivo junto a otro poderoso conjunto que mantiene vivo el fuego del metal experimental.
Cynic se presentará junto a Imperial Triumphant el 17 de enero de 2026 en el Arena Sur.
Las entradas ya están a la venta en la web de Passline en este enlace.
Cynic: creación como búsqueda interior, riesgo y transformación
Cynic siempre funcionó como un espacio donde la música se armaba desde la conexión humana antes que desde la técnica. En palabras de Paul Masvidal, todo nació desde “una amistad y una necesidad profunda de crear”, un impulso que no buscaba fórmulas sino un camino hacia algo más profundo: “La conexión fue inmediata e intuitiva, y queríamos canalizar todo en algo que nos permitiera llegar a un lugar más allá de la superficie”.
La intención nunca estuvo en competir ni en medir fuerzas con otras bandas. Desde el comienzo, la brújula marcaba hacia adentro. “Siempre quise hacer música que respirara, que tuviera una búsqueda interna”, recuerda Paul y ese espíritu definió cada paso mostrando un compromiso total con lo desconocido: “Sentía que lo que perseguíamos no estaba del todo claro, pero igual empujábamos hacia ese espacio desconocido”.
El vínculo entre ellos jamás fue solamente musical. “Nos uníamos como personas antes que como músicos”, dicen, porque lo que realmente los movía era el entusiasmo genuino por experimentar y transformarse en el proceso: “Lo que más nos conectaba era el entusiasmo por descubrir, experimentar y sentir que la música podía transformarnos”.
La banda creció rodeada de contrastes. “Vivíamos metidos en un mundo mezclado: jazz, fusiones raras, metal extremo, arte experimental”, y ese choque constante moldeó una sensibilidad propia. “Éramos chicos que iban a galerías y museos y después caían a ensayos de death metal”.
Ese enfoque eliminó cualquier idea de competencia dentro del metal. “Nunca intentamos competir con nadie… lo nuestro pasaba por un estado mental artístico, una visión más amplia del sonido”.
Todo funcionaba cuando la libertad estaba presente. “La libertad creativa siempre fue lo esencial… la música crecía cuando nadie imponía límites”. Esa libertad también definía el enfoque instrumental: “Me atraían los tonos limpios, expresivos, con intención”, porque el sonido no debía depender del equipo sino del gesto: “El tono es una conversación entre las manos, el oído y el instrumento”.
La obsesión por buscar un lenguaje propio marcó sus primeros años. “Éramos esos pibes raros que se quedaban horas encerrados practicando, obsesionados con encontrar un sonido propio”, totalmente ajenos a la validación externa: “No buscábamos validación; buscábamos verdad”. Esa verdad aparecía en la química colectiva: “Había una energía única cuando trabajábamos juntos… la libertad para experimentar definió nuestro enfoque”.
Las canciones se concebían casi como relatos vivos: “Nos interesaban las canciones que se desplegaran como relatos, con principio, desarrollo y cierre”, siempre en movimiento. Incluso la simpleza tenía peso: “La simpleza también es poder… a veces un riff directo decía mucho más que una estructura recargada”.
La identidad del grupo nunca se pensó como un concepto exterior; se filtraba naturalmente: “Nuestra identidad personal atravesaba la obra, incluso cuando no éramos del todo conscientes”. Y la autenticidad era regla absoluta: “Ser auténtico era la única regla… sin máscaras, sin miedo al raro”.
Con el tiempo descubrieron que vivían dentro de un torbellino creativo: “Sentía que vivíamos en un vórtice creativo… todo golpeaba fuerte: experimentación, técnica, espiritualidad, identidad, lo emocional”, y todo terminaba convirtiéndose en música. Allí, la guitarra buscaba algo más humano que virtuoso: “No buscaba velocidad por velocidad; buscaba intención, humanidad, algo que conectara”.
La confianza mutua fue clave para todo: “Mucho de lo que hicimos surgió de confiar en el otro… la confianza generaba riesgo, y el riesgo generaba descubrimiento”. Por eso nunca aceptaron la idea de quedarse quietos: “La música siempre pedía evolución… estancarse era morir”.
Para Cynic, el sonido es expansión pura: “Nunca pensamos en géneros, pensamos en energía”, y detrás de esa energía aparece siempre la razón verdadera por la cual siguen creando: “Lo que siempre me impulsó fue la necesidad de entender quién soy a través del sonido”.
