Ya se encuentra en los cines de todo el país Homo Argentum, la nueva película protagonizada por Guillermo Francella dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat (El encargado, Nada, El ciudadano ilustre).
Guillermo Francella se metió de lleno en Homo Argentum, una obra que, según él, refleja de forma cruda y divertida la identidad nacional. Sin vueltas, soltó: “En la primera viñeta de Homo Argentum decís que el argentino le pasa el trapo a cualquiera. Y… sí”, afirmó con picardía.
Este fin de semana el largometraje recaudó un total de 470.000 espectadores, colocándose como la producción argentina más vista del año y rompiendo el récord siendo el segundo mejor estreno nacional de la historia. Este increíble número arroja una ecuación abrumadora: 6 de 10 argentinos que fueron al cine, eligieron ver Homo Argentum.
La historia intenta retratar y reflejar los aspectos que caracterizan a que algunos llaman "el gen argentino" desde "ser ventajeros" hasta sufrir por la partida del hijo a Ezeiza. En estas 16 historias podemos ver muchas cosas que hemos vivido a lo largo de nuestra vida.
Francella interpreta con soltura sus 16 personajes en una especie de diferentes cortos, todos integrados en una misma película y un mismo concepto. Algunos relatos son cortos pero algunos otros son bastante más largos, donde el desarrollo de personaje tiene más profundidad aunque buscar esto en un film de estas características es innecesario.
Si bien por momentos uno puede sentir que es una publicidad de "chivo" de marcas de 90 minutos (es entendible que así sea), "Homo Argentum" cumple lo que promete: hace reír, hace reflexionar y hace que por un momento, veamos nuestra propia rutina como una comedia para alivianar una carga social que llevamos diariamente.
⭐ 7.0/10
Sobre el trabajo actoral, destacó el placer de interpretar personajes tan diversos: “La obra habla tanto de nuestro gen, de cómo somos, que fue placentero citarlos. Porque eran bien heterogéneos, bien distintos”, explicó. Esa variedad, dijo, le permitió explorar otros matices: “Esa cosa tan antagónica me permitió, desde lo interpretativo, hacer cosas nuevas al no identificarme desde lo estético… me gustó llevarme a otro estadio”.
Francella subrayó que la obra no busca estigmatizar: “Obviamente mostramos una incorrección. No es que todos los argentinos tenemos que ser incorrectos”, aclaró. Sin embargo, no dudó en reconocer los rasgos comunes que retrata: “Tiene mucho de nuestro gen: esos tipos familiares, pasionales, buenos amigos, chantunes… ese tipo está con nosotros, en el porteño, en el del interior, en todos lados”.
La comparación con clásicos del cine italiano también apareció: “Muestra características de nuestro gen, como la película Los monstruos de Dino Risi mostraba el gen italiano”, señaló. Y sobre la carga emocional de ciertas escenas, sumó: “Tal vez un papá despidiendo a su hija en Ezeiza, en Países Bajos, no exista, pero al argentino sí lo va a movilizar. Y mucho”.
El actor, la meticulosidad y su conexión con el público
Más allá de la obra, Francella se define por su amor a lo popular: “Me encanta lo popular, aunque esa palabra a veces esté denostada. Me gusta hacer un humor que sea para todos”, declaró. Y fue tajante sobre el cine que no le interesa: “Yo siempre odié ese cine que le da la espalda al público… ese cine no es para mí”.
Con un estilo de trabajo obsesivo y meticuloso, confesó: “Soy muy obsesivo con el trabajo”, aunque prefiere métodos simples: “Me llevo mejor haciéndolo analógicamente, no tan digital, no tan elaborado”. Su vida familiar siempre fue prioridad: “Intenté proteger a ultranza todo lo que fue mi familia… era capaz de parar un canal un ratito para ir a ver el acto escolar”, recordó.
También habló de la relación con la fama: “Me desestabiliza, porque no estoy acostumbrado a verme en un videograph”, y con humor aceptó: “Lo sé. Soy un meme caminando”. Para él, el vínculo con el público es único: “Es hermoso. Es algo indescriptible lo que vivo de hace muchos años. De cualquier edad, del abuelo al nieto”.
En lo personal, Francella fue directo sobre sus afectos: “No, no me gustaría que mis hijos se vayan del país… me da pena”. Y, ya más maduro, aprendió a disfrutar: “En una época no disfrutaba del ocio… ahora, más grande, más maduro, le encuentro la vuelta”.
Con la serenidad de quien valora lo construido, cerró: “Yo no me perdí de nada. De eso estoy contento. Siempre fue muy de estar con ellos”, reafirmando que, más allá del éxito, su mayor logro está en lo íntimo.
Guillermo Francella se metió de lleno en Homo Argentum, una obra que, según él, refleja de forma cruda y divertida la identidad nacional. Sin vueltas, soltó: “En la primera viñeta de Homo Argentum decís que el argentino le pasa el trapo a cualquiera. Y… sí”, afirmó con picardía.
Sobre el trabajo actoral, destacó el placer de interpretar personajes tan diversos: “La obra habla tanto de nuestro gen, de cómo somos, que fue placentero citarlos. Porque eran bien heterogéneos, bien distintos”, explicó. Esa variedad, dijo, le permitió explorar otros matices: “Esa cosa tan antagónica me permitió, desde lo interpretativo, hacer cosas nuevas al no identificarme desde lo estético… me gustó llevarme a otro estadio”.
Francella subrayó que la obra no busca estigmatizar: “Obviamente mostramos una incorrección. No es que todos los argentinos tenemos que ser incorrectos”, aclaró. Sin embargo, no dudó en reconocer los rasgos comunes que retrata: “Tiene mucho de nuestro gen: esos tipos familiares, pasionales, buenos amigos, chantunes… ese tipo está con nosotros, en el porteño, en el del interior, en todos lados”.
La comparación con clásicos del cine italiano también apareció: “Muestra características de nuestro gen, como la película Los monstruos de Dino Risi mostraba el gen italiano”, señaló. Y sobre la carga emocional de ciertas escenas, sumó: “Tal vez un papá despidiendo a su hija en Ezeiza, en Países Bajos, no exista, pero al argentino sí lo va a movilizar. Y mucho”.
El actor, la meticulosidad y su conexión con el público
Más allá de la obra, Francella se define por su amor a lo popular: “Me encanta lo popular, aunque esa palabra a veces esté denostada. Me gusta hacer un humor que sea para todos”, declaró. Y fue tajante sobre el cine que no le interesa: “Yo siempre odié ese cine que le da la espalda al público… ese cine no es para mí”.
Con un estilo de trabajo obsesivo y meticuloso, confesó: “Soy muy obsesivo con el trabajo”, aunque prefiere métodos simples: “Me llevo mejor haciéndolo analógicamente, no tan digital, no tan elaborado”. Su vida familiar siempre fue prioridad: “Intenté proteger a ultranza todo lo que fue mi familia… era capaz de parar un canal un ratito para ir a ver el acto escolar”, recordó.
También habló de la relación con la fama: “Me desestabiliza, porque no estoy acostumbrado a verme en un videograph”, y con humor aceptó: “Lo sé. Soy un meme caminando”. Para él, el vínculo con el público es único: “Es hermoso. Es algo indescriptible lo que vivo de hace muchos años. De cualquier edad, del abuelo al nieto”.
En lo personal, Francella fue directo sobre sus afectos: “No, no me gustaría que mis hijos se vayan del país… me da pena”. Y, ya más maduro, aprendió a disfrutar: “En una época no disfrutaba del ocio… ahora, más grande, más maduro, le encuentro la vuelta”.
Con la serenidad de quien valora lo construido, cerró: “Yo no me perdí de nada. De eso estoy contento. Siempre fue muy de estar con ellos”, reafirmando que, más allá del éxito, su mayor logro está en lo íntimo.
