El lunes por la noche, Milo J anticipó sus dos shows en el José Amalfitani con un ensayo abierto en el barrio de Palermo para calmar (o no) la ansiedad hasta diciembre.
Pasadas las 18:30 se abrieron las puertas de Niceto Club para que los pocos invitados vivieran un poco lo que se viene en las dos presentaciones que hará el 18 de diciembre con entradas agotadas y el 19 de diciembre en el Estadio de Vélez Sársfield con algunas entradas a la venta en este enlace.
El exclusivo evento se realizó en el icónico lugar de recitales ya que el primer gran show que dio Milo en Buenos Aires fue exactamente en dicho espacio.
Milo J: libertad creativa, raíz emocional y un presente que no frena
“Mi sueño con la música era llegarle a la gente y creo que lo conseguí. Lo demás fue sin querer”, dice en Rolling Stone, dejando en claro que su ascenso no respondió a ninguna estrategia pensada.
Un artista que escribe desde adentro
Milo J explicó cómo era su proceso creativo: “Al principio hablaba sobre que me quería pegar y darme los gustos que nunca pude. Creo que todo cobra sentido con el tiempo”, reflexiona. “Diría que [hablar de la muerte] es más por miedo que por gusto al tema”.
Su proceso creativo también se vincula con el hábito casi permanente de escuchar música. “Desde hace dos o tres años que vivo con auriculares puestos. Eso a largo plazo les da musicalidad a tus letras automáticamente”, explica. "Generalmente, todo lo que grabo sale”.
Lo que más le importa, igual, es la conexión con quienes lo escuchan. “Me gustaría que en la mayoría de los casos mis vivencias lleven a la gente a recordar las suyas. Prefiero que les lleguen mis canciones a que simplemente me festejen un juego de palabras”, afirma.
La libertad artística es un punto central en su discurso. “Musicalmente me siento bastante libre, al menos por ahora”, asegura, y enseguida remata: “Las supuestas exigencias de la industria me importan muy poco”. A eso le agrega una frase que ya se volvió lema entre sus seguidores: “Realmente saco lo que quiero, del género que quiero, cuando quiero. Ese es el concepto”.
Incluso se ríe del vínculo caótico con sus fans: “Ya no sé si es un meme o sí es verdad… Ya no les creo”. Y no teme probar formas nuevas: “Es bastante feliz. Tuvo sus críticas divididas, pero es reloco hacer un trap feliz, ¿viste? Es como si fuera un trap, pero no es trap. Es la contra del trap”.
Fama temprana, influencias profundas y una identidad sin molde
A los 17 años, ser famoso no es un detalle menor. Entre lo que más extraña están los corsos y carnavales, una tradición que vivió desde chico: “Amaba eso con el corazón”, dijo en Infobae. Y agregó: “Tuve que dejar de ir por la fama”.
Su identidad artística también está atravesada por influencias que sorprenden para alguien de su generación. Su reacción al descubrir a Camarón de la Isla y a Paco de Lucía condensó esa fascinación: “Es buenísimo, tenía 500 dedos, qué locura… La música murió hace años”, comentó en RTVE.
Con un álbum reciente como La Vida Era Más Corta y una línea estética que mezcla trap, folklore, murga, canción e influencias que van desde Almendra hasta Facundo Cabral, Milo J consolidó una de las voces más singulares del país. “Si dejo de disfrutarlo, dejo de hacerlo”.
