A partir del jueves 23 de enero se podrá disfrutar de "Seven: Pecados capitales" en las principales salas de cine.
El film dirigido por David Fincher es uno de los pilares fundamentales en la carrera del aclamado director, consolidándolo como una figura clave en la industria cinematográfica. Este logro fue posible gracias a las increíbles actuaciones de Brad Pitt y Morgan Freeman.
Estrenada en 1995, "Seven" se convirtió rápidamente en un ícono del cine de suspenso y un hito en la trayectoria de Fincher. La película no solo mantiene un puntaje perfecto en FilmAffinity, sino que también cuenta con un 95% de aprobación en Rotten Tomatoes, destacándose como una obra universalmente elogiada.
Inspirada en “películas con suciedad bajo las uñas”, como The French Connection y Klute, Se7en marcó un punto de inflexión para Fincher, quien venía de una experiencia difícil y decepcionante con Alien 3. “Después de esa película, dejé de buscar permiso y preferí pedir perdón. Ese se convirtió en mi lema”, recordó el director, subrayando su cambio de enfoque hacia una mayor autonomía creativa.
Un guion único y un elenco memorable
El guion de Andrew Kevin Walker llegó por accidente a manos de Fincher, pero el director supo de inmediato que tenía un material único. “Leí este guion y sabía cómo se veía esta película, cuáles eran las apuestas. Lo que me interesaba del guion de Andy Walker era que la audiencia tenía que armar las piezas, llenar los huecos”, explicó.
El proceso de casting fue un desafío. Nombres como Ned Beatty y Christopher Guest fueron considerados para interpretar al misterioso John Doe, pero ambos rechazaron el papel. “Creo que Ned Beatty tuvo el guion un fin de semana y nos llamó el sábado por la mañana: ‘No, gracias’. Christopher Guest era otro de los nombres que considerábamos. Estábamos lanzando una red muy amplia”, recordó Fincher. Finalmente, Kevin Spacey asumió el rol, mientras que Brad Pitt y Morgan Freeman lideraron el reparto como los detectives protagonistas.
La química entre los actores fue un factor decisivo para el éxito de la película. Incluso pequeños momentos cobraron una autenticidad inesperada gracias a las interpretaciones. Un ejemplo es el diálogo “¡Este ni siquiera es mi escritorio!”, de R. Lee Ermey, que estaba en el guion, pero cuya entrega mejoró la escena. “Ese diálogo estaba en el guion, pero cuando lo escuchás salir de la garganta de Ermey, cobra vida”, destacó Fincher.
Fincher reflexionó sobre los cambios en las expectativas del público respecto a la representación de la violencia en el cine. Según el director, abordar una película como Seven en 2024 sería más complicado debido a la mayor sensibilidad de los espectadores. “No sé cómo garantizar que una historia sea significativa para otros”, admitió, expresando su preocupación sobre cómo sus obras resuenan en el contexto actual.
A pesar de las dudas iniciales y de recibir malas notas en las pruebas de audiencia—“Recibimos notas diciendo: ‘No le recomendaría esta película ni a mi peor enemigo’”—, Fincher defendió su visión, incluyendo el controvertido final. En una anécdota que refleja las tensiones creativas, el director mencionó que una productora sugirió cambiar el contenido de la icónica caja: “En lugar de una cabeza humana, la caja tuviera la de un perro. Todos pensamos: ¿en serio?”, recordó entre risas.