El consumo en los restaurantes de Buenos Aires no logra recuperarse, y la creciente cantidad de mesas desocupadas es motivo de seria preocupación para un sector con costos operativos persistentemente altos. Si bien algunos locales no pudieron sostenerse y se vieron obligados a cerrar, la mayoría de los establecimientos opta por reducir drásticamente sus márgenes de ganancia para intentar sobrevivir a la crisis.
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Camilo Suárez, el recién asumido presidente de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC), precisó que la retracción alcanza el 30% en comparación con 2024, un año que ya estuvo marcado por una recesión de gran alcance.
Aunque se registró un leve repunte en fechas específicas como el Día de la Madre y la Noche de los Museos, este no es suficiente para compensar el desplome general. La causa principal es la pérdida de poder adquisitivo para cubrir gastos considerados no esenciales. En línea con esto, una encuesta de Management & Fit reveló que 8 de cada 10 argentinos han modificado sus hábitos, siendo las salidas a comer uno de los primeros recortes.
El impacto varía según el barrio y el ticket
Suárez señaló que “la crisis golpea a todos, aunque de manera diferente y por distintas causas”, afectando desigualmente a los distintos segmentos:
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Puerto Madero sufre una marcada baja en las ventas debido a la menor afluencia de turistas.
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En el Microcentro (zona de oficinas), la demanda se mantiene, pero solo hasta principios o mediados de mes, coincidiendo con la percepción de los salarios.
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Los bodegones muestran una mayor resistencia al registrar más consumo, ya que sus platos suelen ser abundantes y aptos para compartir, volviendo la salida más accesible y ajustada a presupuestos limitados.
Desde la Asociación de Pizzerías y Casas de Empanadas (Apyce), Gustavo Levinson afirmó que, tras meses de declive (a partir de marzo), se observó una recuperación durante el mes pasado y en el inicio de noviembre. "Hay que ver si es una tendencia, pero estacionalmente a fin de año siempre aumentan los pedidos. Además, se ven más turistas, principalmente de EEUU y Brasil”, comentó.
Sin embargo, Levinson aclara que el ticket promedio sigue siendo bajo: “No se pide una segunda bebida, no siempre se elige postre y tampoco se opta por un buen vino. A veces la salida sigue estando, pero con restricciones: el consumo se ajusta y, por ejemplo, ya no se prefieren las variedades de pizza más caras”.
Costos al límite y estrategias de activación
Ofrecer descuentos o promociones resulta complicado para los restaurantes, ya que están operando “al límite” con los precios. Suárez explicó que “Los costos, fundamentalmente de servicios, están muy altos y, sinceramente, no es momento de trasladarlos íntegramente a los valores finales”.
Para mantener la competitividad, los empresarios han tenido que reducir considerablemente los márgenes de rentabilidad, pero con una línea clara: “La calidad no se toca”, aseguró el presidente de la AHRCC.
Con miras a reactivar el consumo, el sector está trabajando junto al Gobierno de la Ciudad en distintas iniciativas. Una de ellas es la organización de eventos especiales en la Avenida Corrientes, donde los locales gastronómicos aledaños extenderán su horario de atención hasta las cuatro de la mañana. Esta propuesta, que incluirá espectáculos musicales y artistas callejeros, busca movilizar al público y generar un impacto económico en la zona.
A pesar de estos esfuerzos, las perspectivas del rubro se mantienen cautelosas. Los empresarios consideran que el crecimiento del turismo receptivo es crucial, especialmente porque en septiembre la llegada de visitantes extranjeros mostró un descenso interanual del 18,9%. Según Daniel Schteingart, director en Fundar, “vamos camino a tener la peor caída desde 2006 (sacando la pandemia)“.