La otrora fuerza clave de Juntos por el Cambio, que supo contar con casi 40 legisladores, enfrenta ahora una fuga masiva que podría reducir su representación a apenas 25 miembros.
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El PRO atraviesa una etapa crítica. La afiliación de Bullrich a la fuerza oficialista actuó como catalizador de una diáspora legislativa: cerca de una decena de diputados nacionales, en su mayoría identificados con la ministra de Seguridad, evalúan abandonar el bloque encabezado por Cristian Ritondo. Entre ellos figuran nombres de peso dentro del ala bullrichista, como Damián Arabia, Silvana Giudici, Gerardo Milman, Fernando Iglesias, Sabrina Ajmechet y Laura Rodríguez Machado, entre otros.
A la crisis se suman los casos de Gabriel Chumpitaz y Verónica Razzini, dos diputados santafesinos que recientemente rompieron con el PRO y ahora podrían confluir con el nuevo espacio bullrichista. "Somos más de 10 y menos de 15. Es como el sistema de bandas del dólar que puso el Gobierno", ironizó uno de los impulsores de la ruptura, en diálogo con la Agencia Noticias Argentinas.
En el entorno de Bullrich barajan distintas alternativas: algunos evalúan sumarse directamente a La Libertad Avanza, mientras otros contemplan la creación de un bloque intermedio que funcione como un apéndice del oficialismo. Cualquiera sea el camino, el resultado es el mismo: el vaciamiento del PRO como espacio político cohesionado.
El impacto del éxodo no se limita al número. A nivel simbólico, la deserción de figuras históricas del macrismo y el alineamiento de Bullrich con el oficialismo libertario representan un quiebre profundo en la identidad del PRO. Mauricio Macri, su principal referente nacional, observa cómo su partido se desvanece entre las tensiones internas y las lealtades cruzadas.
Desde La Libertad Avanza, conducida en Diputados por Gabriel Bornoroni, siguen de cerca la evolución del conflicto, conscientes de que una ampliación de su bancada podría fortalecer su base legislativa. Pero también saben que la crisis del PRO es mucho más que una oportunidad numérica: es la evidencia de una fuerza política que, sin liderazgo claro ni proyecto propio, comienza a desintegrarse.
La afiliación de Bullrich no solo marca una elección personal, sino que señala el fin de una etapa para el PRO. Un partido que, tras haber sido protagonista central de la política argentina en la última década, hoy se enfrenta a su mayor desafío: no desaparecer por dentro.