La designación de Carlos Curci, vocero de la Sociedad Rural, como nuevo interventor de los medios públicos, marca un giro estratégico en la interna más silenciosa pero feroz del gobierno: la que enfrenta a Karina Milei con Santiago Caputo por el control de las áreas clave del Estado. El nombramiento fue anticipado en exclusiva por LPO y representa una toma directa del área por parte de la hermana del presidente, tras meses de una gestión errática y sin resultados bajo la influencia de Caputo.
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Curci no solo es un hombre de confianza del presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino —aliado estrecho de Karina—, sino que además comparte vínculos con el núcleo libertario: es amigo de Javier Lanari, número dos del vocero presidencial Manuel Adorni, ambos con pasado en el periodismo agropecuario. Esta red de lealtades consolida una avanzada de Karina en un área donde el Gobierno acumuló fracasos y contradicciones, pese a que prometía transformarla en un símbolo de su cruzada contra “la casta” y el gasto estatal.
El ex interventor Eduardo González, un funcionario sin peso propio, asumió tras la salida del mendocino Diego Chaer —hombre de Santiago Caputo—, y no logró aplicar una reestructuración de fondo. Los pocos despidos que se concretaron respondieron más a revanchas ideológicas o internas entre burócratas que a un plan de racionalización real. Aunque Chaer sigue supervisando el proceso desde su nueva posición como jefe de todas las empresas públicas, la falta de resultados lo debilitó.
Por otro lado, la Secretaría de Comunicación, en teoría bajo Adorni y Lanari, está en los hechos intervenida por Caputo, que dejó allí a su mano derecha, Belén Stettler, con un contrato precario pero con poder real. Sin embargo, este esquema de control caputeano no generó ningún rumbo concreto: el cierre de Télam quedó en una cancelación parcial, sus trabajadores siguen generando contenidos internos, y los inmuebles en desuso no se vendieron, perdiendo la oportunidad de modernizar medios que aún trabajan con tecnología obsoleta.
Ante este panorama de desgaste y parálisis, Karina Milei decidió mover sus fichas. La llegada de Curci no solo implica un intento por ordenar un área desarticulada, sino también una advertencia directa a Santiago Caputo, que aún conserva influencia en esferas claves del Gobierno. La guerra silenciosa entre los dos principales operadores del presidente ahora se libra también en el tablero de los medios públicos.