La situación en Río Tercero volvió a encender las alarmas, ya que la empresa Petroquímica despidió a más de 120 trabajadores en medio de un escenario ya complicado para la ciudad.
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Desde hace meses, la zona viene arrastrando un goteo constante de cesantías y una fuerte caída de la actividad industrial.
La empresa comunicó la medida justo cuando la planta está prácticamente paralizada, sin señales claras sobre su futuro ni respuestas firmes desde los organismos que deben intervenir.
Río Tercero en alerta: 124 despidos en la petroquímica y una planta paralizada
Entre los trabajadores hay angustia e incertidumbre. Algunos no pudieron ingresar, otros pasaron la noche adentro del predio, y varios más se manifestaron con cortes y quema de cubiertas en los accesos.
“Esto no es nuevo. Hace meses vienen vaciando todo. La planta está militarizada y no nos dicen nada. Me echaron después de 40 años”, contó Guillermo, uno de los empleados afectados, que trabajaba en el área de hidrocarburos.
“En el telegrama dicen que mi despido se debe a que la planta cerró y que, al ser despedida la totalidad de mis compañeros, yo me quedaba sin representación gremial. Es algo increíble que digan eso. Están faltando a todas las leyes. Yo soy delegado de toda la fábrica, no solo de hidrocarburos”, agregó.
Y concluyó con una advertencia: “No me sorprende del todo, ya que como delegado siempre se espera un golpe bajo, pero vamos a luchar hasta el final”.
La Secretaría de Trabajo de Córdoba dictó la conciliación obligatoria para frenar el conflicto al menos por 15 días. La medida obliga a la empresa a retrotraer los despidos y sentarse a negociar.
Hasta el momento, no hubo avances ni garantías claras para los 124 trabajadores que recibieron el telegrama.
Desde el sindicato advierten que la crisis va más allá de los despedidos: ya son unos 400 los puestos perdidos, directos e indirectos, en una ciudad de 45 mil habitantes. “La apertura de importaciones y la falta de controles dejaron a la industria local en jaque”, señalaron.
Mientras tanto, el clima es de mucha tensión. Hay bronca, tristeza y sobre todo incertidumbre. Los trabajadores siguen esperando alguna respuesta, pero también lo hace el resto del pueblo, donde muchas familias dependen directa o indirectamente de la fábrica para subsistir.