Una de las bandas más representativas del Doom Metal, Candlemass, regresa a nuestro país para festejar sus 40 años de carrera.
El conjunto se presentará el 4 de septiembre en el Teatro Vorterix.
Las entradas estarán disponibles a partir de hoy miércoles 9 de julio a las 12 del mediodía en la web de All Access en este enlace y tendrán una preventa a precio promocional hasta agotar stock.
Leif Edling fundó Candlemass en 1984 con una idea clara: explorar el lado más lento, oscuro y espiritual del heavy metal. Casi cuatro décadas después, su fuego sigue encendido. “Es difícil creer que pasaron casi 40 años desde el comienzo. Pero el fuego sigue ahí. Tal vez un poco más viejo, pero todavía arde.”
A través de álbumes esenciales como Epicus Doomicus Metallicus, Nightfall y el reciente Sweet Evil Sun, Edling construyó un universo propio. “Siempre escribo desde el corazón. Es la única forma que conozco. Si no se siente real, no vale la pena grabarlo.”
La esencia del doom, para él, nunca fue la tristeza gratuita. Es algo más complejo: “El doom metal no trata de depresión. Se trata de atmósfera. Es cinematográfico. Es narración en cámara lenta.” Bajo esa lógica, el disco Black Star nació desde el agotamiento y la soledad, “Es difícil escribir cuando te falta la energía. Pero incluso entonces, la música estaba ahí, esperándome.”
El peso del riff, la emoción del silencio y el poder de no seguir modas
Candlemass siempre se mantuvo lejos de lo comercial. Edling lo dice sin vueltas: “A veces la gente olvida que empezamos como una banda underground. Nunca fuimos comerciales, nunca estuvimos de moda. Pero creíamos en lo que hacíamos.” Esa fe sigue intacta. “No hacemos música para reinventar la rueda. Solo la hacemos rodar por un paisaje más oscuro.”
Sus raíces siguen vivas en cada nota. “Todo empezó con Sabbath y Rainbow, pero lo hicimos más oscuro, más lento — más dramático.” Y lo más importante: el riff. “Siempre se trató del riff. Si no tenés un riff fuerte, no tenés nada.”
En cuanto a la composición, Edling combina peso y pausa con maestría. “No le tengo miedo al silencio en la música. Un descanso puede ser tan poderoso como una nota.” Esa noción de tensión y liberación, tan cercana a la música clásica, define su estética: “Algunos dicen que el doom es lento y aburrido. Pero para mí se trata de dinámica. Como la música clásica, en cierto sentido.”
Más allá de estilos, el motor sigue siendo interno. “Cuando escribo una buena canción, vuelvo a sentirme vivo. Esa es la magia.” Y ese impulso creativo, que resiste modas y enfermedades, sigue guiando cada paso. “No hacemos esto por dinero ni fama. Lo hacemos porque lo amamos. Si fuera por dinero, habríamos parado hace años.”
Leif Edling no quiere repetir fórmulas, ni vivir del pasado. “El nuevo material es una continuación de todo lo que hicimos, pero también un paso adelante. No creo en repetirme demasiado.” Su trabajo, desde Candlemass hasta The Doomsday Kingdom, no busca aplausos fáciles. Busca verdad. “Mi trabajo es contar historias con riffs pesados. Eso no cambió desde 1986.”
