Una de las voces más reconocibles del soul contemporaneo, Macy Gray, llegará por tercera vez en su carrera en el país y en este caso desembarcará el año próximo para celebrar los 25 años de "On How Life Is", uno de sus álbumes más icónicos.
La cantante se presentará el 12 de marzo de 2026 en el Teatro Gran Rivadavia.
Las entradas ya están a la venta en la web de FullTicket en este enlace.
Macy Gray: la búsqueda de la honestidad en un mundo de fórmulas repetitivas
Macy Gray siempre fue una figura que escapó a las definiciones fáciles de la industria musical. Su carrera comenzó casi como un juego de la infancia. Según recuerda ella misma, “la primera canción que escribí fue en cuarto grado, sobre una mujer que le daba cerveza a su bebé en la mamadera. Tenía nueve años y no es que fuera una gran compositora, solo hacía lo que hacía porque era muy buena en escritura creativa desde chica”. Esta facilidad para inventar historias fue la base de todo: “Escribía cuentitos todo el tiempo y eso eventualmente se tradujo en escribir melodías, pero al principio realmente solo quería ser escritora, o quizás bombera. No sabía qué quería ser, simplemente tenía talento, tocaba el piano y era buena uniendo palabras, pero no sabía cómo ordenarlo para convertirlo en algo”.
Sus comienzos en el circuito de bares fueron una extensión de ese juego: “No me di cuenta de lo que pasaba hasta que realmente sucedió. Cuando tocaba en bandas por la ciudad, escribía canciones para un show de brunch los domingos, pero lo hacía solo por diversión. La pasaba bien, estaba con gente que me caía bárbaro y me encantaba subir al escenario, pero no terminé de entender que podía ser una estrella hasta que pasó”. Macy describe aquellos años con una nostalgia luminosa, asegurando que “mandaba mi demo a los sellos pero no esperaba que nadie lo escuchara; era tan joven que para mí todo era una maravilla. Dicen que la ignorancia es una bendición y yo no sabía nada del negocio, así que simplemente hacía cosas que después se transformaron en algo”.
Hoy, con la perspectiva que dan las décadas, Macy reconoce que la experiencia es su mejor filtro: “Ahora es más fácil porque sabés en qué sos buena. Está esa experiencia de saber qué te sirve y qué no. Podés entrar a una sesión y, si no se siente bien, terminarla ahí mismo. Creo que eso es lo que te da la experiencia: no es que te hacés mejor por ser más vieja, simplemente sabés qué no hacer y cómo llegar a donde querés mucho mejor, sin tanto drama”.
Esa misma sabiduría la aplica a su metodología en el estudio: “No tengo un proceso fijo; a veces tengo una melodía en la cabeza y se la canto a mi productor, o él tiene una idea y arrancamos de ahí. Es muy colaborativo y depende de con quién esté encerrada”, explica. “Mucha gente entra al estudio porque quiere hacer la próxima canción que suene igual a la de todos los demás. Cuando trabajás con alguien que quiere hacer algo que nadie está haciendo, algo fresco y increíble, entonces tenés un punto de partida. Hay que trabajar con gente que sepa música y entienda la estructura: las canciones son como películas, tenés que tener un principio, un nudo y un desenlace”.
Sobre su himno "I Try", Macy confiesa una verdad que pocos artistas se atreverían a decir: “Cuando la escribí, pensaba que estaba muy cargada y que tenía demasiadas palabras en el estribillo. Me peleé con mi sello para que no la sacaran como single. Sigo sin tener idea de por qué duró tanto o es tan grosa; no podría explicártelo ni por un millón de dólares. Si hubiera una fórmula, todo el mundo la usaría, pero no puedo analizar por qué esa canción es tan increíble y tampoco querría regurgitar la misma canción una y otra vez, como hacen muchos artistas que hoy me aburren totalmente”.
En ese camino de autenticidad, Macy también admite haber tropezado al intentar complacer al resto, una lección que hoy considera vital para cualquier creador. “He hecho álbumes que eran ideas de otras personas porque sentí que tenía que cambiar, que es el error más grande que puede cometer un artista. Ese cambio te lleva por una tangente rara, te distraés y terminás desequilibrada, no haciendo lo que sabés hacer. Pero una vez que salís de ahí y te alineás con vos misma, todo se acomoda solo”, reflexiona. En su mensaje final alienta a los jóvenes músicos a luchar por sus sueños y sobre su legado: “Simplemente sean valientes. No tengan miedo de lo que quieren decir o de escribir acordes locos. Si estás escribiendo una canción, estás volcando tu corazón, así que tenés que jugártela. No podés preocuparte por si a los demás les va a gustar, porque ahí estás totalmente frita. Yo quiero ser recordada como una gran artista y que la gente siga escuchando mis discos dentro de 20 años. Eso sería todo para mí”.
