Stewart Copeland (The Police) se presentará en Argentina con un ambicioso show sinfónico que tendrá la participación de Eruca Sativa y Nico Sorin como director de orquesta.
Esta fecha soñada llegará el 17 de diciembre en el Teatro Gran Rex y esta semana podés disfrutar de un 50% off en entradas comprando a partir de 2 tickets.
Todo esto lo podés adquirir únicamente en la web de TuEntrada en este enlace.
A sus décadas de carrera, Stewart Copeland encara una etapa marcada por la introspección, la disciplina y una energía creativa que no afloja. El exbaterista de The Police atraviesa un momento particular: su nuevo libro ya voló de las estanterías y vuelve a imprimirse. "Este libro que estoy promocionando ya está agotado." Esa recepción lo entusiasma no solo por el éxito, sino porque le abre una segunda oportunidad: "Van a una reimpresión, lo que significa que puedo corregir algunos errores, lo cual es afortunado." Incluso admite que, aunque revises todo hasta el cansancio, "no importa cuántas veces revises algo, siempre aparecen más."
Pero el libro es apenas una parte de un año que Copeland describe como un cierre de ciclo. Explica que "todo salió este año para dejar el camino libre para lo que estoy haciendo ahora, que es mi próxima misión", una etapa artística que define como "algo totalmente ajeno a The Police o a cualquier cosa de mi pasado". Después de girar con Deranged for Orchestra durante dos años, asegura: "ya estoy bastante hecho con eso", y suelta una frase que sintetiza su humor ácido y su autoconciencia: "Ahora estoy en mi próxima misión, que no incluye cabezas rubias, solo pelo gris."
Esa nueva misión está marcada por un objetivo: profesionalizar su relación con la orquesta. Para él, "la parte de reimaginar es muy fácil", pero "la parte difícil es la orquestación". Tanto, que terminó contratando a un profesor: "Finalmente contraté a un profesor de la USC para que venga y me patee el trasero todos los viernes." Hoy, después de formalizar estudios, siente el oficio incorporado: "Formal icé mi educación en orquestación y ahora lo hago yo mismo."
Esa curiosidad permanente se refleja también en su manera de estudiar música. Lo admite sin vueltas: "Es un tema muy complejo y siempre estoy aprendiendo." Por eso convive con partituras de Stravinsky, Copland, Debussy y Ravel, y destaca que "así aprendió Stravinsky, estudiando a Mozart."
La música, dice, funciona como un territorio de sorpresa y descubrimiento. En su visión, "la música se hizo como comida rápida para ser consumida enseguida y olvidada", y hasta recuerda que "Los Beatles nunca esperaron que los enseñen en escuelas." Aun así, sostiene que esa primera chispa jamás se recupera: "Lo que no podés captar es la sorpresa del que lo hizo primero." Para reencontrarla, plantea un camino claro: "Para sorprenderte tenés que ir a un artista nuevo que esté cambiando todas las reglas."
En lo personal, Copeland es un archivo viviente. Lo dice con naturalidad: "Sí, no tiro cosas." Pero lo que conserva no es merchandising ni objetos fetiche, sino pensamiento: "Lo que guardo es propiedad intelectual: mis pensamientos, mis notas, mis fechas, hechos y cifras." Igual mantiene todos sus instrumentos, incluida su primera guitarra, aunque reconoce que "la diferencia entre una guitarra y una batería es que la batería ocupa demasiado espacio."
Su vínculo con The Police sigue vivo, aunque con la distancia justa. A veces escucha una canción al azar y confiesa: "Si escucho una canción de The Police, me gusta." Y se ríe cuando aclara que prefiere "la versión original con esos tres desgraciados, y es todavía más genial."
Hoy su vida es prácticamente monástica. Copeland lo define así: "Soy un tipo de estudio. Nunca dejo este cuarto." Y agrega: "Esto es mi tiempo libre. Lo llaman trabajo, pero es lo que prefiero hacer más que casi cualquier otra cosa."
