Santiago Ruiz, más conocido en el ambiente musical como Tatool, inicia su carrera solista luego de ser el reconocido productor detrás del éxito de Trueno.
Este viernes 7 de agosto, el productor dará su primer paso para mostrar su faceta como artista y lanzará una canción en colaboración con Trueno.
El anuncio llegó a través de una publicación del propio Santiago, en la que cuenta quién es, cómo pasó de recibirse de Licenciado en Economía a hacer canciones que suenan en todos lados, y cómo se animó a dejarlo todo para, finalmente, tenerlo todo.
“Siempre digo que el mejor halago que me pueden decir en esta industria es que soy un nerd”, suelta sin vueltas uno de los productores más influyentes del momento. Apasionado por los detalles, los números y los procesos creativos, encontró en la música un terreno sin explorar para unir todas sus obsesiones. “Me enamoró mucho todo eso, el crear y el hacer”.
Desde chico sintió una inclinación inevitable: “De chiquito siempre me gustó la música”. A los 13 se cruzó con la guitarra, pero lejos de seguir el camino tradicional, eligió el de la exploración personal: “No me gustaba aprender canciones, sino que quería componer o improvisar”.
Y esa inquietud lo llevó a probar todo por su cuenta. “Le robaba la compu a mi vieja y me ponía a componer desde ahí. Básicamente se la robé durante un año y medio. De hecho, el primer disco de Trueno lo arranqué en la compu de mi vieja”, revela con humor. Incluso recuerda un detalle que lo marcó: “Abría la compu y decía Fanny Ruiz”. Ese entorno hogareño, casi improvisado, fue el punto de partida de una carrera que hoy cruza fronteras.
Producción con identidad y visión colectiva
“Lo que más me gusta es trabajar con artistas que se arriesgan y saben lo que quieren, con los que tenés más cintura para flashear un poquito más y proponer algo nuevo”, confiesa. Para él, no se trata solo de hacer hits, sino de construir algo que tenga sentido artístico. Y en ese proceso, la conexión con los demás resulta lo más importante para él: “El reconocimiento de los colegas es hermoso porque ellos entienden al cien por ciento lo que estás haciendo y todo lo que conlleva”.
A pesar de haber crecido rodeado de referencias globales, siempre mantuvo una mirada arraigada en lo local. “Los argentinos sabemos agarrar géneros, sin importar de dónde vengan, para hacerla nuestra”, asegura. “El empuje de los artistas locales sigue creciendo en base a acoplarse a ritmos foráneos como el rap y el reggaetón, pero imprimiéndole una estampa bien argentina”.
En ese sentido, no concibe la música como un producto aislado. Tiene una idea clara sobre el rol del artista: “Un artista puede darle a la gente un momento de diversión para que vayan al boliche, porque es igual de válido… pero su misión es acompañar otra búsqueda que nace a partir de lo que el artista y su equipo quieren transmitir. Queda todo más redondito y después, cuando le llega a la gente, lo recibe de esa forma y lo entiende más”.
Hoy, después de años de prueba, error y obsesión autodidacta, recuerda ese momento que marcó un antes y un después: “Comencé la música como hobbie, para distraerme de la vida en general. Solo quería llegar a casa y agarrar la computadora. Todo cambió en 2019, cuando me pagaron el primer tema. Ahí dije, si me pagan por uno me pueden pagar por cinco”.
