En una maniobra que refuerza la vigilancia sobre las rutas marítimas del Caribe, el gobierno estadounidense capturó una embarcación cerca de Venezuela. Según reportes de Reuters, esta acción busca golpear las finanzas de la administración de Nicolás Maduro mediante el cumplimiento estricto de las penalizaciones internacionales.
Aunque el navío interceptado, denominado Centuries y de bandera panameña, no figuraba inicialmente en los listados de restricciones, investigaciones de The New York Times revelan que pertenece a una firma china dedicada a suministrar petróleo venezolano a las refinerías de Pekín. Paralelamente, la vocería de la Casa Blanca, a través de Karoline Leavitt, confirmó la toma de otra nave, el Skipper, la cual ya tenía antecedentes por trasladar crudo de Irán.
El operativo sobre el Skipper incluyó:
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Ejecución judicial: Cumplimiento de una orden emitida por tribunales federales.
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Interrogatorios: Investigación en curso a los miembros de la tripulación.
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Decomiso de carga: El Estado tomará control de 1,85 millones de barriles de petróleo.
Estrategia de asfixia económica
La administración de Donald Trump endureció su discurso, señalando que los “días de Maduro están contados”. Esta postura se traduce en un despliegue militar que no descarta acciones de fuerza mayor y que busca paralizar la logística petrolera, la cual genera el 90% de las divisas del país sudamericano.
La incertidumbre ha vaciado los puertos. Mientras que habitualmente diez barcos cargarían crudo al mismo tiempo, actualmente las terminales lucen desiertas por el miedo a las represalias de Washington.
Advertencias de los expertos
El riesgo de una parálisis total es inminente. El especialista Francisco Rodríguez, vinculado a la Universidad de Denver, señaló que la pérdida constante de cargamentos empujaría al país a un colapso financiero profundo, sentenciando: “Si provocas una caída masiva de los ingresos petroleros, eso va a causar otra recesión masiva”.
La logística de la clandestinidad
Para evadir estos controles, se ha detectado el uso de una “flota en la sombra”, integrada por aproximadamente un millar de naves obsoletas que intercambian crudo sancionado de países como Rusia, Irán y Venezuela. Según datos especializados, más de una treintena de los barcos que merodean las costas venezolanas ya están bajo el radar de las autoridades norteamericanas.