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A pesar del dolor...

Lunes, 21 de abril de 2025 a las 15 41

A pesar del dolor, del cuerpo que ya no respondía con la fuerza de antes, el Papa Francisco se presentó. Era Pascua, y aunque su salud estaba visiblemente deteriorada, él quiso estar allí. No por obligación, no por deber, sino por amor. Sabía que el mundo lo miraba, pero más importante aún, sabía que muchas almas esperaban una señal de esperanza. Y así, débil pero firme, dio la misa.

Su voz, quebrada por momentos, cargaba una fuerza silenciosa. Era el testimonio de alguien que, incluso al borde del agotamiento, eligió entregarse una vez más. No quiso ausentarse, aunque todo indicaba que el descanso era lo más sensato.

Él quiso estar. Quiso acompañar. Quiso, tal vez, despedirse en ese acto de fe compartida, sin anunciarlo, sin dramatismos. Solo estando presente, como lo había estado tantas veces a lo largo de su pontificado. Hoy, ese gesto permanece. Como un símbolo de entrega. Como una última homilía, silenciosa y profunda, que no necesitó muchas palabras para decirlo todo.

El siempre supo que era su última misa y quiso irse abrazando, con sus palabras, el corazón de esas millones de personas que encontraron en su sabiduría y amor, un horizonte, una razón para pensar que la vida está hecha para disfrutarla de principio a fin.

QEPD Francisco.

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