Cita con la Vida, una de las iglesias evangélicas más grandes de Córdoba, subió recientemente a su pastora Evelin Barroso al escenario de La Derecha Fest, donde proclamó su apoyo a Javier Milei y al ideario libertario. El detalle: su productora audiovisual recibió, entre 2016 y 2024, casi 300 mil dólares en subsidios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el mismo Estado al que critican.
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La relación económica quedó registrada en tres películas. La más reciente, La noche que luché contra Dios, recibió 73.284 dólares entre 2023 y 2024: tres pagos de $4,1 millones y una transferencia final de $8 millones para cubrir salarios. Estrenada en abril de 2024, convocó a 3.409 espectadores, recaudó 7.626 dólares y ocupó el puesto 37° entre las nacionales de ese año.
En 2022, la productora participó en Yo traidor, beneficiada con 28.647 dólares en dos pagos iguales. La vieron 4.999 personas, recaudó 8.883 dólares y se ubicó en el puesto 143° del ranking anual.
La producción más costosa fue Soldado solo conocido por Dios, drama bélico sobre la Guerra de Malvinas, que entre 2016 y 2019 recibió 184.600 dólares. El INCAA no solo financió la producción: también impulsó la distribución y exhibición en sus salas, factor clave para su mejor desempeño comercial. “No sirve apoyar solo una pata —producción, distribución o exhibición—, las tres son necesarias para que una película llegue al público”, explicó una fuente del sector.
Pese a que los planes de fomento sostienen la diversidad de narrativas y la industria nacional, el caso choca con el discurso anti Estado que la iglesia exhibió en Córdoba. Barroso lo explicitó: “Soy pastora y mis convicciones se alinean mucho con el neoliberalismo y el presidente Javier Milei”.
En ese escenario también habló el cineasta Diego Recalde, quien atacó a la izquierda y al “papá Estado”. Paradójicamente, él mismo recibió en 2015 más de 200 mil dólares del INCAA para Tenemos un problema, Ernesto, una comedia sobre un hombre que amanece sin pene, que luego le permitió filmar tres secuelas inspiradas en el Dr. Tangalanga.
Entre subsidios, estrenos y discursos, el contraste es nítido: mientras en público se condena al Estado, en privado se aprovecha de sus recursos para hacer cine.