La música argentina amaneció este domingo con una noticia devastadora para el mundo del espectáculo. Ricardo "Chiqui" Pereyra, una de las voces más emblemáticas del tango contemporáneo, falleció luego de una prolongada internación que mantuvo en vilo a sus familiares y amigos. La confirmación del deceso llegó a través de su hija, Paula, quien comunicó la pérdida con un sentido mensaje en sus redes sociales durante la madrugada. Con profunda tristeza, expresó que se trató de "el milagro que no llegó, el pronóstico que era predecible pero aun así no perdíamos la fe".
El calvario del artista rionegrino comenzó a principios de diciembre tras sufrir una grave caída por la escalera en su hogar, accidente que derivó en una intervención quirúrgica de urgencia pocos días después. Aunque inicialmente los allegados informaron que había superado la cirugía, su estado se mantuvo bajo pronóstico reservado y sin reacciones neurológicas significativas. Durante las semanas de internación, su esposa, Elena Rodríguez, y el resto de su familia mantuvieron la esperanza bajo la premisa de que "no recibir malas noticias también es una buena noticia", mientras agradecían el inmenso apoyo de la comunidad tanguera que se unió en cadenas de oración por su recuperación.
Nacido en General Roca en 1951, Pereyra inició su camino artístico en el folklore antes de convertirse en un fenómeno nacional en 1978. Su vida dio un giro definitivo cuando llegó a Buenos Aires para participar en el legendario programa Grandes Valores del Tango. Su talento fue tan evidente que la producción decidió retirarlo de la competencia para incorporarlo directamente al elenco profesional, lugar que ocupó hasta 1992. Su carrera se consolidó también en Botica de Tango y lo llevó a escenarios internacionales en España, Estados Unidos y Chile, cosechando distinciones como el Premio Santos Vega al mejor intérprete masculino en 2007.
La partida del "Chiqui" deja un vacío irreparable en el género que tanto amó y defendió. Sus familiares y amigos lo despiden hoy no solo como al gran cantor que conquistó a las audiencias con su calidez y timbre personal, sino como a un hombre que luchó hasta el final. Con su muerte, el tango pierde a uno de sus referentes más queridos, cuya huella permanecerá imborrable en la historia de la música ciudadana.
