Luego de una muy larga espera, finalmente una de las bandas de icónicas del hardcore punk en Argentina, Shaila, cumplirá uno de sus sueños de tocar en el mítico Templo del Rock.
La banda se presentará el 11 de octubre en el Estadio Obras.
Las entradas están a la venta en la web de CoolCo en este enlace.
Shaila volvió a ponerse en movimiento con la misma urgencia de siempre, pero desde un lugar distinto. “Shaila, más que una banda que regresa, parece una banda que vuelve a mirarse desde otro lugar. Con preguntas nuevas, otras certezas, pero con la misma urgencia de siempre por estar presentes”, expresó Joaquín Guillén en entrevista.
La historia del grupo siempre estuvo atravesada por la amistad. “Éramos amigos de antes… yo le pedía permiso a mi viejo para ir a dormir a lo de Yasser. La banda se armó sobre esa base”, recordó Guillén. En diálogo con Rock.com.ar reforzó esa idea: “La nuestra es verdaderamente la historia de un grupo de amigos que de muy chicos llevan adelante un proyecto musical. Nos formó como personas y permitió mantener la amistad.”
El recorrido de Shaila también estuvo marcado por decisiones claves. “En ese entonces, la decisión fue clave: no había mucha gente que curtiera ese estilo y se dedicara a grabarlo. Teníamos ProTools y no mucho más”, recordó Guillén. En Madhouse señalaron: “Creo que nosotros nos mantuvimos siempre fieles a lo que sentimos. Hicimos lo que nos gustaba, aunque el momento pedía otra cosa.”
Los recuerdos abundan, desde los primeros ensayos —“Tocamos ‘Yo, la de Progresar’, de principio a fin en el segundo ensayo. Nos miramos todos como diciendo: ya está, boludo”— hasta experiencias únicas como aquella visita a la casa del Flaco: “Nos mostró el estudio y fue increíble”.
La banda también reconoce sus luces y sombras. “La verdad que hoy escucho Mañanas y me quiero matar por el audio”, admitió Guillén. Aun así, cada obra guarda un momento vital: “Cada obra que sacamos tiene su particularidad y carga en ella un momento específico y particular”, explicó en Madhouse.
Más allá de la técnica, lo que importa es la conexión. “Nos interesa más la canción que el virtuosismo. Lo que nos importa es transmitir”, definieron. Y esa transmisión se potencia en vivo: “Cuando me callo en ‘Bajo el agua’ y escucho a la gente cantar, siento que no estoy solo”, reveló Guillén.
La vuelta los encuentra con la misma energía, pero también con nuevas perspectivas: “Ser padre te cambia la perspectiva, te da otro prisma. Te hace escuchar distinto, escribir distinto”, reconoció. Y con una mirada crítica hacia el presente: “Me preocupa cómo se está usando la palabra, cómo se vacía de sentido. Hay gente que cree que mirarse el ombligo y pensar solo en su libertad personal es un bien general, cuando está recontra probado que eso no funciona así. Eso hay que discutirlo. Y mucho.”
Hoy Shaila se proyecta con pies en la tierra: “Nosotros queremos tratar de expandir ese límite de repercusión, pero no deliramos. Siempre tratamos de ir sobre cosas tangibles”, plantearon. Y lo hacen con la misma emoción que en sus inicios: “Estamos emocionados. No imaginábamos tanta recepción y tanto cariño”.
