Uno de los guitarristas más icónicos de todos los tiempos, Yngwie Malmsteen, regresará al país el año próximo.
El músico y compositor se presentará el 2 de abril de 2026 en el Teatro Gran Rivadavia.
Las entradas se pondrán a la venta mañana mañana martes 23 de diciembre a las 17 horas en la web de FullTicket.
El perfeccionismo no es un defecto para algunos artistas, sino la esencia de su arte. "Siempre fui muy detallista. Si querés llamarme un maniático del control, adelante, no me molesta", sentencia sin vueltas el sueco. Su enfoque no deja lugar a la improvisación ajena: "Quiero que todo sea exactamente de una determinada manera. Quiero que todas las condiciones alrededor [de mi show en vivo] sean precisas, sin sorpresas, y las únicas sorpresas las tengo que generar yo".
Cada recital es una construcción minuciosa, donde todo está planeado al milímetro. "Depende de mí hacer que cada recital sea una experiencia distinta. Pero no quiero que el iluminador haga tonterías que no están planeadas. No quiero nada de eso. No, no, no". Y la obsesión por el orden se traslada a cada detalle: "Todo tiene que estar en su lugar, desde los Marshalls ubicados de cierta forma hasta la máquina de humo apuntando en la dirección correcta. Soy muy meticuloso con eso".
"Yo decido cuándo se prende la máquina de humo. Yo elijo qué colores van en la estructura de luces del frente. Yo armo exactamente qué va a ser la intro y qué no. Construyo todo el show, de principio a fin, cada noche". Nada queda librado al azar, porque su arte es una visión completa, sin intermediarios.
La música no es solo sonido, es una obra total, un concepto integral. "La música es un arte. Igual que la pintura. Igual que escribir libros. Ahora, la manera en que Leonardo da Vinci y artistas así encaraban su obra es bastante similar a la mía". La comparación no es casualidad: "Yo no pinto la mitad de un cuadro y llamo a alguien para que me ayude a terminarlo. No funciona así. Es mi visión, es mi arte. Mi manera de pensar está más cerca de la de un compositor clásico o un pintor que de un músico convencional".
El arte digital y las correcciones en postproducción no forman parte de su método. "Hoy en día, todo el mundo graba algo y después lo editan, lo afinan, lo arreglan… Pero yo no hago eso. Yo toco y lo que queda, queda". La crudeza y la honestidad priman sobre la perfección artificial: "Si tuviera que modificar cosas en la computadora, entonces ¿para qué toco? Prefiero que sea genuino, crudo, real".
La independencia define su carrera: "Mirá, en los últimos 40 años, grabé y produje más discos de los que puedo contar. No necesito que alguien más venga y me diga qué hacer". No hay colaboradores que le digan qué hacer: "Yo no llamo a nadie para que me ayude a tocar o a componer. No soy ese tipo de artista".
