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Arcor se queda con todo: un golpe al bolsillo y a la competencia

El gigante alimenticio Arcor ha concretado un paso que genera serias alarmas para consumidores, productores y defensores de la competencia: se queda con el 100% del control de Mastellone Hermanos, la histórica empresa dueña de la emblemática marca La Serenísima.

Martes, 29 de abril de 2025 a las 10 32

Por Daniel Santu

Periodista, director Data Diario La Plata

Martes, 29 de abril de 2025 a las 10:32

El gigante alimenticio Arcor ha concretado un paso que genera serias alarmas para consumidores, productores y defensores de la competencia: se queda con el 100% del control de Mastellone Hermanos, la histórica empresa dueña de la emblemática marca La Serenísima. Detrás de este movimiento, no solo hay una transacción millonaria: hay una concentración de poder sin precedentes en el mercado de alimentos básico en Argentina.

La noticia fue oficializada ante la Comisión Nacional de Valores (CNV), y marca el fin de un proceso que comenzó hace casi una década. Desde 2015, Arcor fue acumulando acciones hasta que ahora, mediante una opción de compra, se hace del 51% restante. Ya no hay socios ni contrapesos: el emporio de Arroyito manda solo sobre la empresa que produce la leche, los quesos, yogures, postres y mantecas que millones de argentinos consumen a diario.

¿Por qué esto debería preocuparnos?

Porque cuando una sola empresa concentra el control de la mayoría de los productos que vemos en las góndolas, los consumidores pierden. Se reduce la competencia, se debilita la posibilidad de elegir y se abre la puerta a la manipulación de precios. En un país con niveles de pobreza crecientes y salarios en caída, esto no es solo un problema económico, es un golpe directo a la mesa de los hogares.

La Serenísima, bajo el ala de Mastellone Hermanos, no es cualquier empresa: es líder absoluta en el mercado lácteo, y además maneja marcas como Finlandia, Cremón, Martona, La Armonía, Ser, entre otras. Todas ellas pasarán a estar completamente bajo la órbita de Arcor, que ya controla buena parte del negocio alimenticio en Argentina, desde golosinas y galletitas hasta fideos y salsas.

¿Qué pasa con la competencia?

Cada vez menos. Con esta operación, Arcor no solo refuerza su dominio, sino que también deja fuera de juego a posibles rivales. Danone ya había retrocedido en su participación, y el fondo de inversión Dallpoint se ve obligado a negociar su salida, mientras discute el precio con Arcor. El futuro es claro: menos jugadores, más concentración.

¿Y el Estado?

Brilla por su ausencia. No se conocen objeciones de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, ni medidas regulatorias para evitar una estructura de mercado que puede derivar en abusos. La falta de controles permite que una sola compañía fije condiciones para toda la cadena alimentaria: desde la producción primaria hasta el consumidor final.

¿Exportar más o abandonar el mercado local?

Arcor anunció que su objetivo es fortalecer las exportaciones. La subsidiaria de Mastellone en Brasil, Leitesol, ya genera 150 millones de dólares anuales. Se proyecta que, en cinco años, la mitad de la producción se destine al exterior. ¿Qué quedará entonces para el consumo interno? ¿Y a qué precios?

Una alerta que no podemos ignorar

Este avance no es solo una operación empresarial. Es una señal de alarma. Porque cuando una sola empresa concentra decisiones sobre productos esenciales como la leche, el queso, la manteca o el yogur, lo que está en juego es el acceso alimentario de toda una población.

Más que una victoria empresarial, esta compra representa una derrota para el consumidor, para la competencia y para el país que alguna vez creyó en la defensa del interés colectivo sobre el lucro de unos pocos.

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