El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, encendió las alarmas sobre el impacto que está teniendo el modelo económico del Gobierno nacional en el sector manufacturero. Según detalló, desde marzo se pierden entre 1.000 y 1.500 empleos industriales por mes, en un escenario de contracción prolongada que refleja los límites del ajuste fiscal y la apertura comercial que promueven el presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo.
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Para Rappallini, la principal causa del desplome es la fuerte caída del consumo interno. Sin embargo, advirtió que la desregulación de las importaciones también está afectando a múltiples sectores, generando una competencia desleal que debilita la producción local. “La importación impacta, pero lo que más nos preocupa es la baja de la actividad”, sostuvo.
Los números hablan por sí solos: sectores como la construcción, el textil, el calzado y los cueros registran caídas de ventas que oscilan entre el 15% y el 30%. “En materiales de construcción y en textil hay una baja del 30%. Esa es la gravedad del problema”, precisó Rappallini. Mientras tanto, rubros como alimentos y farmacéutica muestran leves repuntes, pero insuficientes para revertir el escenario general.
Ante esta situación, muchas empresas apelan a mecanismos de emergencia para evitar cerrar: reducción de jornadas, suspensiones, pagos parciales de salarios y postergación de aportes patronales son cada vez más frecuentes. “Son prácticas habituales cuando la actividad no se recupera y los costos siguen en alza”, explicó.
Rappallini insistió en la necesidad de una reforma laboral e impositiva que “nivelen la cancha” y reduzcan distorsiones acumuladas en las últimas dos décadas. A pesar de que algunos indicadores muestran una aparente estabilización, el presidente de la UIA fue enfático: “Desde abril los números están amesetados, pero eso no significa que estemos mejor”.
Con una industria paralizada, pérdida de empleo y sin horizonte claro de reactivación, la UIA comienza a endurecer su posición frente a un modelo que prioriza la macroeconomía mientras deja de lado el motor productivo del país.
