Mientras el Gobierno celebra la inminente llegada de los cazas F-16, puertas adentro de la Fuerza Aérea crece la preocupación: no hay condiciones mínimas para mantener las bases donde deberían operar.
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Un documento interno reveló un panorama alarmante. Los hangares y pistas de despegue están deteriorados, la maquinaria tiene más de tres décadas de antigüedad y buena parte del equipamiento ya ni siquiera funciona.
En criollo: no hay recursos para sostener los mismos aviones que se compraron por más de 300 millones de dólares.
Llegan los F-16, pero las pistas están destruidas y la logística colapsa
La situación se vuelve aún más contradictoria si se tiene en cuenta que el Gobierno impulsa obras millonarias en la base de Río Cuarto, Córdoba, donde se alojarán los primeros aviones.
Mientras tanto, el área logística de la Fuerza Aérea, encargada del mantenimiento de las pistas en todo el país, apenas opera al 50% de su capacidad.
“Las pistas deterioradas limitan los vuelos, reducen la capacidad operativa y aumentan el riesgo de accidentes”, admite el propio informe del Estado Mayor.
Según los técnicos, hay motoniveladoras, rodillos y camiones con más de treinta años de servicio, reparados una y otra vez para poder seguir funcionando.
Lo que debería ser una inversión estratégica en defensa, termina exhibiendo una postal que ya se volvió común en otras áreas del Estado: infraestructura al borde del colapso y presupuesto que no alcanza ni para cubrir lo básico.
El Gobierno proyecta recuperar la capacidad operativa recién para 2028, aunque dentro de la misma fuerza reconocen que el objetivo es poco realista: “No hay fondos, no hay personal y los aviones llegan igual. Estamos recibiendo tecnología de punta para ponerla en pistas rotas”, comentó un oficial en condición de anonimato.
Según fuentes del Ministerio de Defensa, los primeros seis F-16 provenientes de Dinamarca aterrizarán en diciembre. Serán acompañados por aeronaves de reabastecimiento y un Hércules de apoyo logístico.
Los aviones llegarán con pintura antirradares y equipamiento de última generación, pero el contraste con la realidad local no puede ser más evidente.