Durante el acto inaugural de la 49° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli, fue recibido con abucheos e interpelaciones por parte del público mientras pronunciaba su discurso, en un intento fallido por tender puentes entre el Gobierno y el mundo cultural.
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En su alocución, el funcionario propuso una suerte de “tregua” con la industria editorial, luego de la ausencia del Estado nacional en la edición pasada. Sin embargo, su mensaje fue interrumpido en varias ocasiones con silbidos, gritos y acusaciones de “mentiroso”, especialmente al justificar los recortes presupuestarios y destacar el apoyo de Karina Milei, secretaria general de la Presidencia.
Frente a un auditorio dividido, Cifelli aseguró que “la política partidaria no debe tener injerencia en la cultura y mucho menos convertirse en excusa para gastos superfluos”. Esa frase provocó una nueva oleada de desaprobación por parte de una porción del público, que elevó el tono cuando el funcionario se dirigía al cierre de su discurso.
A pesar de las manifestaciones contrarias, el secretario defendió las medidas adoptadas por el Gobierno al afirmar que “gracias al ajuste y la austeridad” se logró duplicar el presupuesto del programa Libro%, orientado a bibliotecas populares, e informó sobre una inversión de más de 1500 millones de pesos destinada al sector editorial durante esta edición de la feria.
Tensión entre el Gobierno y la Cultura
La ceremonia tuvo lugar en La Rural, con una sala colmada de referentes del ámbito editorial, funcionarios, diplomáticos y público en general. Desde la organización señalaron que la presencia estatal este año fue posible mediante un acuerdo con la Biblioteca Nacional, lo que permitió instalar los espacios sin costos.
A modo de cierre, Cifelli respaldó el enfoque cultural del actual Gobierno y sostuvo que la administración de Javier Milei apuesta por trabajar junto al sector privado, priorizando la inversión eficiente en cultura y eliminando lo que consideró gastos innecesarios.
El discurso del secretario, que buscaba suavizar el vínculo entre el oficialismo y el sector cultural tras meses de fricción, terminó exponiendo una vez más la tensión latente entre el gobierno nacional y gran parte de la comunidad vinculada al mundo del libro.