Ela Minus, la artista emergente de la electrónica de Latinoamérica, llegará este año a la Argentina.
La Multiintrumentista, compositora y productora colombiana, se presentará el 6 de agosto en Deseo Buenos Aires (Av. Chorroarín 1040).
Las entradas ya están a la venta en la web de Venti en este enlace.
Del colapso creativo al amanecer sonoro
En un contexto marcado por la pandemia y la confusión temporal, Ela Minus encontró el germen de DÍA, su disco más introspectivo hasta la fecha. “Siento que he estado haciendo de todo. No sé si tú te sientes parecido, pero desde la pandemia ha sido como una combinación entre que sientes que el 2020 fue ayer y al mismo tiempo han pasado como tres vidas enteras”, expresó, en referencia a ese limbo emocional que definió el origen del álbum.
El proceso no fue lineal ni amable. Durante más de dos años, la artista colombiana convivió con el rechazo a su propio material: “Con ‘DÍA’ estuve como dos años y medio intentando hacer un disco y todo me parecía horrible. Fue difícil, la verdad. Siento que pasé la mayoría del tiempo de estos cuatro años como intentando limpiarme… tuve que hacer mucha música muy mala hasta llegar a ‘DÍA’”. Esa lucha constante contra el perfeccionismo la empujó hacia una búsqueda interna más profunda.
La revelación llegó como una escena de cine: “Fue como de película: encontré la progresión que abre el disco de los acordes y ahí fue como que vi la puerta de lo que iba a ser el álbum. De ese momento hasta que lo acabé fueron dos meses…”. Esa chispa lo cambió todo. Sin embargo, a pesar de mostrarse hermética durante el proceso —“no se lo mostré a nadie, ni amigos ni nada hasta que lo acabé”—, reconoció que la mirada externa influye más de lo que parece: “En el momento siento que no me afectan las críticas, pero toda esa información se queda, está súper adentro”.
El título DÍA surgió de forma casi accidental, pero con gran resonancia simbólica: “Mucha gente me decía ‘parece un círculo, empieza con un amanecer’, y dije ‘de pronto hay algo aquí’… me puse yo a pensar cuál era la definición de ‘día’… es un periodo de tiempo definido por la presencia de la luz… dije ‘este es el disco que hice’”. Para Ela, la luz no es optimismo ni pesimismo, sino realidad pura: “Muchas de las letras de este disco no son ni pesimistas ni optimistas sino realidad, como sin juicio, ¿no? Observación”.
La tensión social post-pandémica también permeó su obra: “Con ‘QQQQ’ donde dices ‘últimamente siento que todos estamos de acuerdo que este es el fin de los tiempos’… fue algo muy de los años después de la pandemia”. Y canciones como Onwards, surgidas en pleno Coachella, encapsulan esa presión: “Sentí que eso fue como la cima de la presión… me hicieron conocerme mucho y entender cómo reacciono bajo presión… se volvió un poquito como un manifiesto…”.
Raíces, viaje y una mirada sin filtros
Aunque Ela Minus lleva años en la escena, su conexión con la música empezó desde chica: “Con nueve años formaba ya parte de una pequeña banda y mis primeros recuerdos se remontan a esos ensayos que marcaron mi infancia”. Esa pulsión inicial la acompañó incluso cuando su vida se volvió nómada: “Como en aquel momento no tenía casa, hice el disco desde el punto de vista de los viajes. Cada mes me movía a un lugar distinto… Viajar solo… hace que uno mire más adentro, porque todo lo demás está cambiando”.
Durante la producción de DÍA, se propuso “ponerles más atención e intención [a las letras] para poder escribir mejor”, lo que marcó un cambio consciente en su forma de componer. Y aunque la decisión de cancelar conciertos fue dolorosa, también fue liberadora: “Estaba muy mal, me estaban dando ataques de pánico, tenía que cerrarlo para poder pasar página”.
Esta vez, se permitió mayor libertad formal: “Me puse menos reglas en el momento de producir y eso me hizo sentir más libre”. Pero también enfrentó sus miedos: “Para crear ‘DÍA’ debía mirar hacia dentro de mí y me daba miedo”. El resultado, afirma, conmueve a quienes lo escuchan: “Muchos tenían los ojos aguados al escucharlo… Se me pone la piel de gallina”.
Con DÍA, Ela encontró una nueva forma de narrarse. “Con acts of rebellion no tenía más que contar, pero con DÍA tengo muchos más temas pendientes de ver la luz… Estoy super enamorada de la idea de crear álbumes, es una artesanía”, aseguró. La estructura del disco también habla de esa intención: “Me gusta mucho la idea de crear frases con las canciones… no son cosas aisladas en ningún momento, ni el final, ni el principio de nada”.
Desde los sintetizadores densos hasta la voz que transmite “vulnerabilidad y añoranza”, DÍA propone una experiencia sensorial y emocional. Para Ela, “el ego y la vanidad son la trampa más grande en la que caemos y empezamos a hacer mala música”, y por eso elige la honestidad como brújula. A través de sus viajes internos, DÍA se convirtió en un mapa de luces y sombras, pero sobre todo, en una declaración de identidad artística sin concesiones.