Gimnasia no logra salir del pozo. La derrota en el clásico ante Estudiantes fue un nuevo golpe para un equipo que arrastra una racha preocupante: apenas dos triunfos en las últimas nueve fechas del Torneo Clausura. Con el descenso cada vez más cerca, el clima en el Bosque es de tensión y desconfianza.
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El ciclo interino de Fernando Zaniratto aún no consiguió torcer la historia. La irregularidad y los errores defensivos se repiten, y el Lobo sigue perdiendo terreno en una tabla que ya no perdona. A tres puntos de un desempate con San Martín de San Juan, cada encuentro será una final en el sprint decisivo del campeonato.
El fixture no da respiro: Gimnasia deberá medirse con River en la fecha 14, en un duelo que puede ser determinante para tomar aire y evitar un cierre dramático. Luego llegarán los partidos ante Huracán y Central Córdoba, ambos directos en la pelea por la permanencia.
La falta de gol, los desacoples defensivos y un medio campo sin equilibrio volvieron a dejar expuestas las falencias de un equipo que no logra sostener la intensidad. Las últimas caídas ante Lanús, Riestra, Talleres y Estudiantes reflejan la dificultad para competir en los momentos clave.
La distancia mínima con la zona roja mantiene al Lobo con vida, pero el margen de error es nulo. El plantel sabe que las próximas semanas definirán el futuro inmediato del club. En el Bosque, la consigna ya es una sola: ganar o descender.
