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Otro golpe al bolsillo: con salarios que no alcanzan, en mayo vuelven a subir la luz y el gas

A pesar del desgaste cotidiano que enfrentan millones de familias para llegar a fin de mes, el próximo aumento en las tarifas de luz y gas ya tiene fecha: el 1° de mayo.

Miércoles, 30 de abril de 2025 a las 06 12

Por Redacción

Miércoles, 30 de abril de 2025 a las 06:12

El incremento rondará entre el 2,5% y el 3%, y se suma a una larga serie de ajustes silenciosos que no aparecen reflejados con claridad en los índices del INDEC, pero que golpean todos los días el bolsillo de los hogares.

Mientras las estadísticas oficiales intentan calmar expectativas diciendo que los aumentos "no superan la inflación", la realidad en la calle es otra. El malestar crece, porque la inflación real que siente la gente no se mide solo en los supermercados: se expresa también en cada boleta que llega. Y cada mes parece traer una sorpresa nueva que vuelve a ajustar aún más los presupuestos familiares.

En plena antesala del invierno, los costos de generación de energía se disparan y el Estado reconoce que el precio real de la electricidad subirá hasta un 40%. Pero para evitar trasladar completamente ese impacto en un año electoral, se mantendrán subsidios parciales. Aun así, todos los usuarios sentirán el ajuste, aunque sea disfrazado de moderación. La Resolución 171/2025, publicada esta semana en el Boletín Oficial, formaliza lo que ya se sabía en los hechos: este invierno la energía será más cara, y no hay respiro a la vista.

El aumento se explica por la actualización de dos componentes clave: el Precio Estacional de la Energía Eléctrica (PEST) y el Precio de Ingreso al Sistema de Transporte de Gas (PIST), que se ajustan para el período mayo-octubre. Con la llegada del frío, la demanda se dispara y obliga a importar gas desde Chile y GNL desde el exterior, a precios internacionales muy por encima de los que pueden pagar los argentinos.

Mientras tanto, el relato oficial intenta sostener que “la idea es que los ajustes no superen la inflación”. Pero en la práctica, la población ya no puede seguir absorbiendo aumentos, aunque sean del 2%. El problema ya no es el porcentaje, sino el agotamiento: la mayoría de los hogares ya no tiene margen, y la desconexión entre el discurso técnico y la realidad cotidiana se vuelve cada vez más evidente.

Incluso el anuncio de una baja del 4% en los combustibles por parte de YPF, también hecha esta semana, se pierde en medio del hartazgo general. El alivio que podría representar se diluye frente a una sucesión interminable de ajustes que se sienten, pero no se reflejan. Porque lo que sube en cuotas no siempre aparece en las cifras, pero sí en la angustia de quienes ya no saben qué cuenta pagar primero.

En definitiva, el nuevo aumento de tarifas energéticas no es solo un número más, es parte del acuerdo con el FMI, y es otro golpe más en un contexto donde la gente ya no da más, y donde el cansancio se convierte en la verdadera moneda corriente.

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