Te puede interesar
En los pasillos del poder, el silencio pesa más que las palabras. En estas horas febriles, crece con fuerza un rumor que sacude los cimientos de la política nacional: la Corte Suprema estaría por ordenar la detención de Cristina Fernández de Kirchner. Según trascendidos, la decisión se haría pública el martes a las 10 de la mañana. Aunque no hay confirmación oficial, la tensión ya es palpable. Y mientras el máximo tribunal guarda silencio, el peronismo se mueve. Rápido, decidido y en pie de guerra.
El epicentro del conflicto es la Causa Vialidad, en la que la expresidenta fue condenada en primera instancia. Pero lo que está en juego, aseguran desde su entorno, no es solo su libertad, sino la democracia misma. La maquinaria sindical, lejos de quedarse inmóvil, comenzó a girar con fuerza durante todo el fin de semana. Uno a uno, los gremios fueron marcando posición y anticipando que no permitirán lo que definen como “una nueva proscripción”.
La Asociación del Personal Legislativo fue una de las primeras en alzar la voz: convocó a una marcha hacia la sede nacional del PJ bajo la consigna de rechazar la persecución jurídica y política contra Cristina. Le siguió el SECASFPI, el sindicato que nuclea a trabajadores de ANSES, con una advertencia contundente: “Si la tocan a Cristina, paramos todo”. El mismo tono adoptó ATE Capital, que ya declaró: “Si va presa, hay paro general”.
La reacción sindical también cruzó a los sectores industriales. Desde la UOM, su secretario general Abel Furlán advirtió que “no se descarta ninguna medida de fuerza desde el movimiento obrero”. En sintonía, Paco Manrique, secretario adjunto de SMATA, afirmó que no se puede permitir que “una Justicia desprestigiada decida proscribir la voluntad popular”. Ambos coinciden en que, de confirmarse la detención, el conflicto escalaría rápidamente.
En paralelo, el PJ se reagrupa. Oscar Parrilli, senador de Unión por la Patria y uno de los principales operadores de confianza de CFK, convocó a un encuentro en el Instituto Patria, donde la reunión busca coordinar “acciones inmediatas ante la inminente decisión judicial”. Nadie quiere improvisar. Todos saben que lo que se viene puede ser determinante.
Mientras la Corte guarda su jugada bajo llave, el país entero contiene la respiración. Las bases peronistas se preparan para movilizar. Los gremios advierten que pararán el país. El fantasma de la proscripción vuelve a recorrer la política argentina y promete dejar una marca profunda. La tensión no es solo judicial: es social, política y explosiva. Y el reloj no se detiene.