Con el título “Si el Estado se corre, entra el narcotráfico”, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) cuestionó con dureza a la gestión de Javier Milei por la falta de políticas públicas sostenidas y recursos para contener una problemática que se vuelve cada vez más alarmante en los barrios más vulnerables.
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Firmado por monseñor Marcelo Colombo, el cardenal Ángel Rossi, monseñor Daniel Fernández y monseñor Raúl Pizarro, el documento denuncia que la retirada del Estado permite la formación de “una suerte de Estado paralelo” donde las redes narco captan a jóvenes sin oportunidades, ofreciéndoles una salida fácil y mortal.
“La droga mata por dentro, apaga la esperanza y corta proyectos”, remarcan los obispos, quienes agradecen a quienes sostienen -con cada vez menos recursos- espacios de contención como los Hogares de Cristo y los centros barriales de Cáritas. Sin embargo, advierten que sin un compromiso real y financiamiento estable por parte del Gobierno, estas redes de apoyo se desgastan, dejando a miles de chicos librados a la lógica de las mafias.
El texto no deja lugar a excusas: “Vemos con dolor la retirada del Estado. El narcotráfico ocupa ese vacío y se convierte en un poder de facto que roba la libertad y la vida de nuestros jóvenes”.
Para la Iglesia, la prevención y la educación son pilares irremplazables en la lucha contra las drogas. Por eso, exige a Nación, provincias y municipios que no dejen en soledad a quienes ponen el cuerpo cada día en los barrios. “Desfinanciar estas obras o relegarlas a la buena voluntad de voluntarios exhaustos es una forma de condenar a muchos a la muerte”, dispararon.
Este nuevo pronunciamiento agrava la tensión entre la Iglesia y el Gobierno de Milei, que ya recibió cuestionamientos por la represión a jubilados, el deterioro del sistema de salud y los recortes a programas sociales.
El mensaje final es claro: sin la presencia del Estado, sin inversión y sin políticas públicas consistentes, la lucha contra el narcotráfico es una batalla perdida. A quienes sufren el flagelo del consumo, la Iglesia les deja una certeza: “No se desanimen, pidan ayuda. No dejen de golpear la puerta de todos los que queremos acompañarlos”.
