Fue una reunión discreta, sin foto, sin comitiva, pero cargada de peso simbólico y político: el peronismo bonaerense empieza a reagruparse con vistas a las elecciones legislativas. El encuentro se concretó el jueves por la noche en la ciudad de Buenos Aires, tras un llamado breve pero cordial. Fue Cristina quien tomó la iniciativa, enviando primero un mensaje a través de su secretario. La respuesta fue inmediata: un cara a cara entre la expresidenta y el gobernador que hasta hace días parecían jugar por separado.
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La novedad más potente no fue solo la charla en sí, sino lo que dejó: acordaron conformar una mesa política con representantes de los distintos sectores del peronismo -kirchnerismo, el Movimiento Derecho al Futuro, el Frente Renovador- para trabajar una estrategia común de cara a septiembre. El objetivo: evitar la dispersión del voto opositor a Javier Milei y construir listas de unidad.
La reunión vino precedida por el anuncio de candidatura de Cristina Kirchner para competir en la Tercera Sección Electoral, bastión histórico del peronismo. Fue durante una entrevista televisiva donde dejó en claro su preocupación: una derrota en Buenos Aires, advirtió, podría desatar un efecto dominó en todo el país. La frase retumbó fuerte en La Plata. Algunos colaboradores de Kicillof dejaron trascender que ese tipo de definiciones debió comunicarse antes “por privado”, pero nadie en el entorno del gobernador buscó agitar el conflicto. La señal era otra: había que avanzar.
La construcción política del Movimiento Derecho al Futuro continúa. Desde ese espacio no ocultan que fue el propio Kicillof quien fijó las reglas de juego: la elección será el 7 de septiembre, los frentes deberán cerrarse el 9 de julio y las listas presentarse el 19. Pero también reconocen que la entrada de Cristina redibuja el mapa y nacionaliza, inevitablemente, la campaña bonaerense.
La convocatoria de ambos líderes peronistas no quedará solo en palabras. Se trata del primer paso para ampliar la mesa: se espera sumar a gobernadores, intendentes, legisladores y referentes sindicales. La lógica es clara: sin unidad, no hay chances. La disputa con el oficialismo libertario exige músculo político, discurso claro y una representación robusta.
Quienes participaron en las tratativas señalan que no fue un “cierre” ni un “pacto de hierro”, sino el inicio de un proceso: volver a tejer los hilos del peronismo tras la dispersión poselectoral de 2023. En ese contexto, el gesto de Cristina rompe con su silencio prolongado y reposiciona a Kicillof como interlocutor válido, no sólo en la Provincia, sino a nivel nacional.
Aunque algunos resquemores siguen flotando -y en política nada es lineal-, el diálogo abierto entre dos figuras centrales permite proyectar un escenario distinto al que dominaba hasta hace solo unos días. El peronismo bonaerense, finalmente, salió del letargo. Queda por ver si la unidad será táctica o estratégica. Pero una cosa es segura: la reconstrucción ya empezó.
