A pocas horas de que la Corte Suprema de Justicia se pronuncie sobre su condena en la causa Vialidad, que podría inhabilitarla políticamente, la ex presidenta reapareció rodeada de figuras centrales del peronismo, con un discurso encendido que reafirmó su rol como referente ineludible del espacio.
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El evento, convocado con urgencia, tuvo como eje mostrar una imagen sólida de respaldo colectivo a Cristina Kirchner, a quien buena parte del movimiento considera víctima de una embestida judicial con fines políticos. La presencia del gobernador bonaerense Axel Kicillof, inicialmente ausente de la lista oficial de asistentes, se interpretó como un gesto rotundo hacia la unidad del peronismo, en un momento crucial para su líder histórica.
En un tramo profundamente emotivo, Cristina evocó el intento de magnicidio sufrido en septiembre de 2022. “Soy una fusilada que vive y no me va a alcanzar la vida para agradecer a Dios estar viva”, afirmó conmovida, aludiendo al recuerdo de las víctimas del peronismo histórico, como los fusilamientos en José León Suárez o el asesinato del general Juan José Valle. Así, enlazó su situación actual con un relato de persecución que atraviesa décadas de historia argentina.
La ex mandataria también cuestionó con dureza al máximo tribunal del país: “Cuando los responsables del endeudamiento y la corrupción estructural siguen libres, estar presa es un certificado de dignidad”. En esa línea, Cristina no sólo puso en tela de juicio la imparcialidad judicial, sino también la narrativa mediática que la acompaña. Comparó la cobertura del intento de homicidio en su contra con la del expresidente colombiano Álvaro Uribe: “Clarín tituló 'Un sicario intentó matar a Uribe'. A mí me dedicaron ‘Un brasilero gatilló en la cara’. El doble estándar es evidente”.
En un tono más introspectivo pero no menos político, hizo una crítica velada a ciertos sectores del propio peronismo: “Ya sabemos qué pasa cuando quienes llegan por procesos colectivos se convierten en líderes de proyectos personales”. Su mensaje no solo buscó consolidar el respaldo hacia su figura, sino también advertir sobre los riesgos de la fragmentación y la falta de conducción clara en el espacio.
Respecto a las elecciones de 2023, reivindicó el esfuerzo realizado a pesar de las adversidades. “Estuvimos a poco más de dos puntos de ganar, con defecciones y todo. No es lo mismo equivocarse que abandonar”, remarcó, diferenciando entre errores tácticos y traiciones políticas.
El cierre del acto no fue menos significativo: Cristina apeló a un llamado a la acción solidaria y militante. “La gente tiene necesidades reales. Estemos a su lado. Tengamos empatía, ayudemos. Eso es lo que siempre hicimos y lo que mejor sabemos hacer”.
Mientras la Corte Suprema se prepara para definir un fallo que podría marcar un antes y un después en la vida política de Cristina Kirchner, su figura se mantiene vigente, combativa y rodeada de respaldo popular. Su mensaje, lejos de la resignación, se inscribe en la historia de una dirigente que no ha dejado de luchar, incluso cuando todo parece en su contra. En su voz, muchos escuchan no solo a una líder política, sino a una mujer que simboliza la resistencia frente al poder real.
