La visita de Javier Milei a Mar del Plata, donde llegó para acompañar a Diego Santilli, estuvo marcada por un fuerte operativo de seguridad, manifestaciones en contra y un clima de tensión que se sintió desde temprano en la zona céntrica.
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Desde la mañana, las calles alrededor del Hotel Hermitage, propiedad del empresario Florencio Aldrey Iglesias, amanecieron valladas.
Agentes de la Policía Federal, Bonaerense y Casa Militar controlaban el acceso mientras curiosos, militantes libertarios y vecinos disconformes se mezclaban entre sí.
Muchos locales se quejaron por el despliegue y los cortes de tránsito, que complicaron el movimiento en la zona de Colón y Sarmiento.
Protestas y polémica: Milei enfrenta rechazo en su visita a Mar del Plata
Minutos antes de las 19.30, Milei irrumpió en la caminata de campaña rodeado por un fuerte operativo de seguridad que combinó tres fuerzas federales. La llegada fue caótica: entre empujones y gritos, el Presidente se abrió paso entre la militancia que lo esperaba agitando banderas celestes y amarillas.
Lo acompañaron su hermana Karina Milei, Diego Santilli, Karen Reichardt y el armador bonaerense Sebastián Pareja: “No aflojen, estamos a mitad de camino”, pidió el mandatario, decidido a respaldar a los candidatos de La Libertad Avanza tras la salida de José Luis Espert.
Ya subido a una camioneta y con un megáfono en la mano, Milei lanzó su mensaje a los presentes: “Vengo a pedirles el apoyo para mis candidatos”, dijo, mientras la gente coreaba su nombre. A su lado, Santilli y Reichardt lo escuchaban atentos.
En su discurso, breve pero enérgico, también insistió en su objetivo económico: “El año próximo vamos a eliminar la inflación”, aseguró. Y reconoció las dificultades del momento: “Estamos en un punto bisagra, no desconocemos lo duro de la situación”, admitió, antes de cerrar con su habitual arenga.
Milei había llegado cerca del mediodía al Hermitage. Allí lo esperaban un puñado de militantes con banderas violetas y carteles de La Libertad Avanza, entre ellos concejales y funcionarios locales.
Pero el clima se enrareció apenas pisó las escalinatas: desde un edificio cercano, un vecino lo increpó a los gritos llamándolo “¡estafador!”, mientras otros lo recibieron tirandole brócolis.
El Presidente, lejos de evitar el cruce, le respondió: “¡Te bajo más la inflación así puteás un poco más!”. Su contestación causó aplausos y cánticos entre los seguidores que lo acompañaban, pero también sumó tensión a una jornada que ya empezaba cargada.
