Beto Cuevas, el icónico cantante de La Ley, regresará a la Argentina para presentarte en formato acústico homenajeando a la presentación de la banda que marcó para siempre la historia de los MTV Unplugged.
El chileno ya agotó las entradas para su show el 12 de septiembre y ahora sumó una nueva fecha para el 13 de septiembre en el Teatro Ópera.
Las entradas ya la venta en la web de Ticketek en este enlace.
Influencias, perfeccionismo y la búsqueda de identidad en la voz de un artista total
“Desde chico me atrajo la música”, confesó Beto Cuevas. “Mi papá era fanático, tenía muchos discos. Tenía una sala solo para eso. Me invitaba y escuchábamos a Chuck Berry, Elvis Presley, Gene Vincent…” No se crió con lo que escuchaban sus pares: “Escuchaba la música que le gustaba a mi padre. Después descubrí a The Beatles, The Rolling Stones y toda la invasión británica. Eso marcó mi identidad como músico y compositor.”
Su entrada a La Ley también fue determinante: “Cuando me uní, Andrés Bobe me dijo: ‘Podés cantar estas canciones, pero si querés cambiar algo, podés hacerlo’. Le tenía respeto, pero cambié algunas letras.” Una anécdota lo expone con sinceridad: “Un día me preguntó si alguna vez había escrito canciones y le dije que sí. ¡Era mentira!”
“No quería que otro escribiera por mí. Quería crear lo que iba a cantar.” La necesidad se impuso: “Empecé a escribir porque las circunstancias lo pedían. Con Andrés terminamos como un dúo tipo Lennon/McCartney.”
Su relación con la música fue cada vez más rigurosa: “Cuando estoy seguro de que la melodía funciona, recién ahí empiezo con la letra. A veces sale en una hora, a veces en dos semanas.” “Hay que ser muy exigente con uno mismo si querés que tus canciones tengan calidad.” Incluso declaró: “Me gusta escribir con cierta subjetividad para que mis canciones hablen de tu vida, no solo de la mía. No busco ser tan concreto, prefiero que cada oyente pueda adaptar la canción a su historia.”
Independencia creativa, espiritualidad escénica y renacimiento personal
La muerte de Andrés Bobe lo impulsó a tomar el control total de su arte: “Aprendí a tocar la guitarra porque no quería depender de alguien para tener música que cantar.”
A partir de ahí, escribió desde el sonido: “Cada vez que empiezo una canción no canto palabras, sino sonidos. Cuando ya tengo la melodía, empiezo a buscar palabras en español que encajen. Es como una excavación arqueológica.”
En sus colaboraciones más recientes, mostró apertura y sensibilidad: “Cuando decidimos que ‘Rosas en el Lodo’ sería mi nuevo single, alguien me habló de Monsieur Periné. Escuché su música, me parecieron originales y reales. Aceptaron encantados.” “Siempre se aprende algo nuevo trabajando con otro artista: cómo trabajan, cómo interpretan.”
Y a veces, algo más profundo: “Si tenés suerte, incluso ganás buenos amigos. Eso pasó en esta colaboración.” “Esta canción simboliza el comienzo de una nueva etapa musical. Un renacer artístico.”
Su conexión con el público sigue siendo vital: “El cariño de la gente me dio fuerzas para seguir. Cada vez que subo al escenario, siento que estamos todos juntos compartiendo algo que solo la música puede crear.” “Será una celebración de la vida. Eso es lo que quiero hacer sobre el escenario.”
Industria, autenticidad y legado
Cuevas no cede a lo que imponen las tendencias: “No creo que sea correcto hacer algo porque el mercado lo pide.” Incluso cuando habla de sus letras más crudas, siempre ofrece una salida: “Aunque hable de algo oscuro, siempre hay una puerta de salida. Así soy yo.”
También reflexionó: “Si mi información es correcta, más del 90% de las canciones en el mundo son de amor o desamor. Este disco habla de mí, de mi psiquis, de mis sentimientos… pero también habla de amor y esperanza.” Sobre el presente y futuro de la música, fue directo: “Siempre aparecerán nuevas generaciones y estilos. Hay propuestas para todos los gustos.” “Hay artistas destinados a trascender y volverse clásicos por la sustancia de sus canciones. Otros no tendrán esa trascendencia.” “El rock sigue vivo. Ya no es lo más popular, pero sigue ahí.”
Y con tono firme, cerró: “No me subiría al vagón de la música urbana. No es lo que hago. Lo otro, lo llamo oportunismo.”