Zaz, la francesa que conquista al mundo con su jazz y soul, llegará a la Argentina en el 2026.
La cantante se presentará el 26 de febrero de 2026 en el Teatro Gran Rex.
Las entradas estarán a la venta a partir del jueves 19 de junio únicamente en la web de Tu Entrada.
La reconocida cantante francesa Zaz atraviesa uno de los momentos más sinceros y transformadores de su carrera. Alejada de la imagen construida a lo largo de los años, se muestra vulnerable, emocionalmente expuesta y decidida a reencontrarse con Isa, su verdadero yo. En una entrevista profunda, habla sin filtros sobre su salud mental, la presión de la fama, su nuevo álbum y el valor de ser auténtica.
“Morí muchas veces y resucité” — salud mental, agotamiento y renacimiento
Durante mucho tiempo, Zaz vivió atrapada en su personaje, intentando cumplir con todo y con todos. Pero llegó el momento del colapso: “Durante el Covid, quería terminar con Zaz, estaba harta de todo eso”, confiesa. Reconoce que se impuso una exigencia desmedida: “Me puse una capa de superhéroe para estar presente en todos lados, ayudar apenas alguien me lo pedía. No podía más”.
Esa entrega la llevó a una caída emocional profunda. “Quería cargar con todo el peso del mundo y no sabía decir ‘no’. Aprendí cayendo”, admite. Su cuerpo y su voz comenzaron a apagarse: “Estaba muy frágil, perdí la voz. Ya no tenía garra. No sabía dónde estaba”.
Atravesó momentos oscuros: “Morí muchas veces y resucité”, dice conmovida, y reconoce haber pedido perdón incluso por existir: “No dejaba de disculparme por estar ahí”. La autoexigencia la perseguía: “Estoy todo el tiempo juzgándome”.
Sin embargo, hoy está decidida a mostrarse tal cual es: “No sé hacerlo de otra manera. Ya no quiero esconderme”. El proceso de transformación interior fue tan profundo que terminó dando forma a su próximo trabajo discográfico: “Mi nuevo álbum resume todo ese recorrido y todas esas energías. Estoy terminando de grabarlo y tengo muchas ganas de que lo descubran”.
“La música me salvó” — cantar como forma de existir y conectar con el otro
Más allá de los escenarios y los premios, Zaz encontró en la música una vía de supervivencia. “La música me salvó. Al principio cantaba fuerte. Muy fuerte, porque necesitaba que me escucharan”, recuerda. Para ella, cantar no fue solo una vocación, sino una forma de crear lazos: “Canto porque es lo que me permitió conectarme con el mundo, con el ser humano”.
Evoca sus comienzos en fiestas populares y orquestas ambulantes con gratitud: “Empecé haciendo bailes, guinguettes… fiestas populares” y noches interminables: “Cantaba desde las once de la noche hasta las cinco o seis de la mañana”. Esa etapa fue su escuela, su base, su libertad: “Me pagaban por cantar. Solo esa experiencia ya era una locura”.
Zaz nunca buscó quedarse por dinero: “Si no estoy bien, no me voy a quejar. Si no estoy contenta, me voy”, afirma. A pesar del éxito internacional, se siente más libre y anónima cuando viaja: “Cuando estoy en el extranjero, es como si recuperara el anonimato. Aunque me reconozcan, hay algo diferente”.
Especialmente en América Latina, Zaz dice sentirse reconocida desde un lugar afectivo: “Creo que nos hemos reconocido. En América Latina hay corazón, amor. Me ven como una hermana”.
En este nuevo capítulo, Zaz elige vivir desde la fe, el amor propio y la conexión humana real. Ya no quiere ser una estrella inalcanzable, sino una artista con los pies en la tierra y el alma abierta: “Quiero que me quieran, sí… porque quiero que nos queramos todos, que estemos bien juntos”.