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Ya salió Honestidad Brutal Extra Brut

Una reedición epifánica y deliciosa de Honestidad Brutal (1999). Un tesoro desenterrado con cuidado arqueológico, que contiene el testimonio de la historia de una crisis privada y de una catástrofe universal al mismo tiempo*

Viernes, 21 de octubre de 2022 a las 20 24,

El nuevo material de Andrés Calamaro ya se puede escuchar en las plataformas digitales. Son 99 canciones que forman parte de esta reedición de lujo que lleva el sello de Warner Music. En formato físico son 6 CDS y un libro de fotografías y memorias. Y también hay (o habrá) un LP de 180 gramos, edición limitada.

La etiqueta “extra brut” en el mundo de los vinos “espumantes” designa al vino que lleva hasta 6 gramos de azúcar por litro (menos de 11) y que resulta entonces “ligeramente más dulce que el brut nature”; aseguran que un “extra brut” ofrece un dulzor “grato, pero no relevante”. No es dulce, pero tiene dulzor; tiene unos gramos de azúcar, pero no es “azucarado”. Así es Honestidad Brutal Extra Brut.

Allá por los años 2000, una pluma oficial escribía sobre Honestidad Brutal: “Estos dos Cds podrían ser, apenas, la primera parte de una obra más extensa […] hubo un tiempo en que nadie sabía si el disco estaba terminado, o no acabaría nunca”. La profecía se cumplió y entonces ahora estamos ante un disco que revive; aunque alguien lo haya dado por terminado, esto siempre recién empieza.

La metáfora de los gramos de azúcar puede pensarse en relación a las piezas que efectivamente endulzan la obra, ligeramente, como la versión de Clonazepan y circo – The Lost Weekend Sessions:  “Perdimos estabilidad / no sabemos de qué lado vamos a quedar parados / faltó relatividad”, o Graciela, un simpático himno de gratitud que invita a varias escuchas consecutivas: “Graciela me cura todas mis enfermedades / Graciela confunde mis mentiras con mis verdades / la flaca Graciela, un ángel que cayó del cielo / la vida me puso delante de un caramelo”.

Estas 6 horas y 1 minuto (lo que dura la lista oficial) son como encontrarse a Calamaro en el laboratorio y acompañarlo con mameluco y todo a descubrir la fórmula de la canción perfecta o del rock definitivo (Fiesta cervezal, Blues de hoy, Dig it con Ciro Fogliatta). O también es como encontrarse a Calamaro en la medianoche de una noche buena, al piano, o al micrófono, con las manos llenas de papeles y versos, y que de pronto comience a cantar “Sos el sol y despacio también podés ser la luna” en una versión-homenaje de Bajan con Alejandro Lerner, o Cafetín de Buenos Aires en una versión de fonda cruel, con voz de cristal y miel, que da fe de una esperanza que resiste el paso del tiempo y muchas veces se convierte también en queja. Como este mismísimo Honestidad Brutal Extra Brut.

Se trata de un disco al que no le falta nada: versiones, inéditos como Los reventados o Cuatro estrofas, clásicos o alianzas como las de Aquellos besos con Alejandro Sanz, Barcos con Fito Paez, o Hacer el Tonto con el mismísimo Diego Maradona que se oye como en el living de tu casa, donde se recomienda que se escuche este “disco” (entre todos los lugares posibles).


[* Retomando una idea de Rodrigo Fresán]

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