Así lo revela el último relevamiento , que mes a mes monitorea cómo se ajusta el bolsillo de los hogares platenses al desafío de alimentar a la familia.
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El informe de la Fundación FundPlata, que se basa en el seguimiento de 26 productos básicos agrupados en tres rubros -carnicería, verdulería y almacén-, expone un dato claro: poner carne en la mesa se vuelve cada vez más costoso. Los cortes vacunos y demás productos cárnicos impulsaron la suba general, en una ciudad donde la carne sigue siendo un eje central de la dieta cotidiana.
Mientras tanto, los otros dos rubros, verdulería y almacén, mostraron movimientos más moderados, aunque también aportaron lo suyo al alza final de la canasta. La variación de precios entre barrios y comercios es otro factor que marca diferencias significativas: según FundPlata, la dispersión de valores entre distintos puntos de venta puede hacer que un mismo producto cueste hasta un 20% más de una zona a otra.
El relevamiento se realizó en 18 comercios distribuidos en 13 barrios de la capital bonaerense, con la intención de ofrecer una fotografía real del gasto alimentario de las familias. Desde la Fundación aclaran que los datos no pueden equipararse directamente con los índices oficiales del INDEC, pero sí permiten medir de forma concreta cómo impacta la inflación en la mesa de cada hogar platense.
Con un aumento acumulado que parece no detenerse, FundPlata recomienda a los consumidores prestar atención a la brecha de precios, comparar opciones y ajustar hábitos de compra para intentar contener el golpe. Sin embargo, para muchos la recomendación choca con la realidad: recorrer más negocios para cazar ofertas significa tiempo y dinero extra, dos recursos cada vez más escasos en la rutina diaria.
El informe vuelve a poner sobre la mesa la pregunta que se repite mes a mes: ¿hasta dónde podrá aguantar el presupuesto familiar si cada vez cuesta más comprar lo básico? En La Plata, la respuesta parece estar en cada changuito de supermercado que se llena menos y cuesta más.
Mientras tanto, la carne, símbolo cultural y gastronómico, se transforma poco a poco en un lujo para muchos hogares. Y la canasta, lejos de estabilizarse, confirma que la inflación sigue siendo un fantasma cotidiano, incluso cuando las cifras oficiales intentan mostrar moderación.