En La Plata, el epicentro de la vida académica y política bonaerense, la respuesta fue contundente: estudiantes, trabajadores y organizaciones sociales salieron a la calle a repudiar lo que consideran un nuevo capítulo en la persecución política contra el peronismo.
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La esquina de 7 y 50 se convirtió, como en otras ocasiones históricas, en escenario de una movilización masiva. Miles de personas se congregaron allí para manifestarse contra el fallo judicial que deja a la ex presidenta inhabilitada de por vida para ejercer cargos públicos. Con banderas, carteles y cánticos, el centro de la ciudad volvió a vibrar al ritmo de una consigna central: no es justicia, es proscripción.
La comunidad universitaria platense no tardó en expresar su rechazo. Desde la Federación Universitaria de La Plata (FULP), que agrupa a centros de estudiantes de diversas facultades, se organizó una movilización que culminó con la toma del rectorado de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). “Universidad tomada en defensa de la democracia”, se leía en un pasacalles colgado en la entrada del histórico edificio. La medida fue acompañada por asambleas espontáneas en varias facultades, donde los estudiantes debatieron los pasos a seguir. La idea que recorre los pasillos es clara: no se trata solo de Cristina, se trata de un intento de disciplinamiento político que amenaza la vida democrática.
En paralelo, el personal no docente también hizo oír su voz. La Federación Argentina del Trabajador de las Universidades Nacionales (FATUN) convocó a un paro de 24 horas sin asistencia a los lugares de trabajo. “Estamos ante un hecho que vulnera los principios democráticos. Cuando la patria está en peligro, todo está permitido excepto no defenderla”, afirmaron desde la organización sindical en un comunicado difundido anoche.
Las reacciones no se limitaron a La Plata. En facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA), estudiantes comenzaron a organizar asambleas con el mismo espíritu de resistencia. También se registraron expresiones de repudio en universidades del conurbano y del interior del país. Mientras tanto, varios sindicatos del sector industrial y estatal -que ya habían anticipado medidas si el fallo se confirmaba- comenzaron a definir acciones concretas, entre ellas paros y movilizaciones.
La escena actual remite a otros momentos bisagra de la historia reciente: decisiones judiciales de alto voltaje político que generan no solo controversia institucional, sino también respuesta callejera. Las universidades, históricamente espacios de pensamiento crítico y resistencia, vuelven a posicionarse como protagonistas en la defensa de la democracia.
El fallo contra Cristina no solo deja una marca en el expediente judicial; también reaviva un clima político cargado de tensiones. Y en ese escenario, la universidad pública vuelve a ocupar el lugar que la historia le asignó: ser voz de alerta, de movilización y de memoria colectiva.