La proporción de ciudadanos que identifican la pobreza y la desigualdad como su principal preocupación alcanzó el 46% en mayo, el nivel más alto de los últimos diez años, y el mayor entre los 30 países evaluados por el estudio global “What Worries the World”, de la consultora Ipsos. En ese mismo nivel se ubica el desempleo, revelando que las urgencias sociales superan largamente cualquier percepción de mejora.
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Este dato contrasta con otro indicador incluido en el informe: el 33% de los argentinos encuestados dijo que la situación económica mejoró respecto al año pasado, una suba de 17 puntos interanuales. Sin embargo, esta aparente recuperación no logra disimular la profundización del deterioro estructural: el 67% aún considera que la economía sigue siendo mala y la mayoría percibe que la calidad de vida se degrada mes a mes.
Mientras el Gobierno de Javier Milei celebra ajustes macroeconómicos y festeja indicadores financieros, el costo humano de esas políticas es altísimo. La Argentina libertaria no sólo lidera el ranking de preocupación por pobreza, sino también uno de los mayores incrementos en percepción de criminalidad y violencia: un problema que creció más que cualquier otro en el último año y que ya se ubica como la tercera preocupación nacional.
A nivel global, los tres grandes temas que concentran la preocupación ciudadana son la inflación, el crimen y la desigualdad. Pero en Argentina, el combo es más explosivo: la desigualdad social se intensifica, la inflación aún golpea con fuerza a los sectores populares, y la inseguridad se vuelve moneda corriente en las ciudades y barrios del país.
El Gobierno intenta imponer una narrativa de “normalización” económica. Pero la realidad, reflejada por los propios argentinos, es otra: crece el desempleo, se consolidan los trabajos informales, se multiplican las ollas populares y se incrementa la sensación de abandono. Mientras algunos sectores se benefician con la especulación y la desregulación, la mayoría enfrenta una vida más precaria, más insegura y más desigual.
En ese contexto, el dato más inquietante del informe es este: la Argentina es hoy el país con mayor preocupación por la desigualdad del mundo. Ese título no se obtiene por percepción, sino por experiencia cotidiana. La crisis no es sólo económica. Es social, es política, y es el resultado directo de decisiones que priorizan la rentabilidad financiera por sobre la dignidad humana.